Jesuitas y franciscanos, su paso por estas tierras

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En toda América, así como en el Paraguay, la Iglesia católica realizó una grandiosa labor evangelizadora por medio de los sacerdotes franciscanos, jesuitas, dominicos, mercedarios y del clero secular. En el Paraguay, se destacan dos órdenes por su acción perdurable: los franciscanos y los jesuitas.

 

 

Los franciscanos en el Paraguay

Los franciscanos vinieron en 1575 con intención evangelizadora; con el arribo de fray Luis Bolaños y fray Alonso de San Buenaventura, en ese año, se inicia el adoctrinamiento sistemático de los naturales. Bolaños aprende la lengua guaraní con ayuda de los novicios guaireños fray Gabriel de Guzmán, nieto del gobernador Irala, y fray Juan Bernardo, primer mártir paraguayo de quien se tiene documentación escrita. Este murió a manos de los indios en Jahapety (Caazapá), en 1592.

A Bolaños se le debe la creación de la grafía guaraní, la traducción del catecismo limense a dicha lengua y la fundación de las primeras reducciones guaraníticas, a partir de 1580. Altos, Ypané, Guarambaré, Atyrá, Tobatí, Itá, Yaguarón, Caazapá, Yuty, Itatí, Baradero y tantos pueblos fundados por Bolaños guardan hasta hoy el recuerdo de su fundador "como si hubiera muerto en la víspera".

Su aporte cultural podrían ser la herrería y la forja que eran en el Nuevo Mundo desconocidas, por desconocer sus habitantes la existencia del hierro.

Fray Luis de Bolaños fue el pionero de las "reducciones" franciscanas en el Paraguay; durante más de 50 años evangelizó a los guaraníes recorriendo gran parte del territorio nacional.

La conquista espiritual de los jesuitas

A fines de 1607 fue erigida la Provincia independiente de la Compañía de Jesús en el Paraguay, y su primer provincial fue el padre Diego Torres.

Todas las reducciones tenían una misma organización: la iglesia era levantada en la parte media de uno de los lados del amplio terreno que ocupaba. Al lado de la iglesia, la casa de los misioneros, y a continuación el colegio y los talleres; y al otro lado, el cementerio. Las casa de los indios, generalmente, de piedra o paja y barro, con amplios corredores, ocupaban los otros lados del terreno.

La principal ocupación era la agricultura: cultivaban maíz, legumbres, batata, mandioca, caña de azúcar y otros. Una parte del producto era destinado al Tupã mba’e (cosa de Dios) y la otra al Abá mba’e (cosa del indio), que los sacerdotes distribuían entre las familias.

Herencia de cultura jesuita

En todas las reducciones funcionaron escuelas de primera enseñanza, a los varones se les enseñaba a leer, escribir y a hacer operaciones; a las niñas a leer, escribir, hilar y a cocinar. El castellano se enseñaba para lograr la unidad lingüística. Los sacerdotes hablaban perfectamente el guaraní, que utilizaban para comunicarse.

Las reducciones contaron con la primera imprenta fundada por los padres Juan Bautista Neuman y José Serrano, quienes armaron una prensa, fundieron los tipos necesarios y publicaron los primeros libros. Las impresiones se hicieron en Loreto, San Javier y Santa María la Mayor.

Se publicaron libros en guaraní sobre gramática, catecismo, manuales de oraciones y hasta un diccionario. La música y el canto ocuparon un lugar destacado en el proceso de aprendizaje.

El primer libro publicado fue el Martirologio Romano en el año 1700; más adelante, el Flos Sactorum, del padre Rivadeneira en edición guaraní, y De la diferencia entre lo temporal y lo eterno, del padre Juan Eusebio Nieremberg.

Las Misiones Jesuíticas conforman un conjunto arquitectónico de gran importancia histórica, cultural y artística, erigido entre 1609 y 1768 por la orden religiosa Compañía de Jesús. Estas eran más de 80, pero actualmente solo quedan 30 entre los territorios de Argentina, Brasil y Paraguay.

Fuente: Breve historia del Paraguay, Efraím Cardozo
Libro de Historia, Irmina C. de Lezcano

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