Puntos suspensivos
Milia Gayoso Manzur
Lo llamaban «Puntos suspensivos». El pequeño pájaro negro fue abandonado por su madre antes de nacer. En su recorrido por el bosque, la gorriona que encontró el huevo tirado en el pastizal, se compadeció de su suerte. No pudo moverlo sola, entonces recurrió a la ayuda de su esposo para llevarlo hasta el nido.
Ubicaron el enorme huevo junto a los diminutos huevitos puestos por la gorriona. Después de varios días de darles calor, fueron naciendo los polluelos: cuatro gorrioncitos y un pajarito negro. Mamá gorriona y papá gorrión se pusieron felices; no les preocupó en absoluto la inclusión de un hijito más.
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Sin embargo, muy pronto se comenzó a sentir su presencia. El pajarito negro creció más rápidamente que los gorriones y, por lo tanto, precisaba de mayor cantidad de comida. Papá tuvo que trabajar más para abastecer a su familia y mamá se pasaba el día separando a los pequeños que se agarraban a picotazos por cualquier motivo. En aquel nido ya no se podía estar tranquilo, el alboroto y la falta de espacio eran evidentes.
Cuando salían a pasear, el pajarito negro ―cada día más grande― sobresalía enormemente entre los demás miembros de su familia adoptiva, hecho que provocaba burlas entre los niños de las demás familias de pájaros. Mamá gorriona intentaba consolar al pequeño diferente, pero este comenzó a sentirse un extraño en ese nido.
Papá gorrión decidió llamar Java al pequeño, para intentar conseguir que los demás pajaritos del bosque dejen de llamarlo «Puntos suspensivos». Sin embargo, el éxito fue parcial.
Con el correr del tiempo, papá gorrión fabricó un nido anexo al nido familiar, porque ya era imposible que cupieran todos en uno. Java se mudó al nuevo, pero uno de los gorrioncitos le pidió que lo dejara acompañarlo.
Cuando llegó el otoño y los árboles perdieron sus hojas, la familia se vio obligada a emigrar en busca de un lugar más protegido. Java intentó persuadir a sus padres adoptivos de que lo mejor era separarse, sin embargo, no se lo permitieron.
Volaron en caravana hasta otro lugar. Eligieron un bosque distante donde nadie los conocía. Allí sus cinco hijos podrían crecer tranquilos, sin que a nadie le llamara la atención el color ni el tamaño de «Puntos suspensivos».
Sobre el libro
Título: Micro cuentos para soñar en colores
Edición: Milia Gayoso Manzur
Editorial: Servilibro
