Una residencia de quien gusta pasar tiempo en familia y con amigos debe estar preparada para ello. Para tal efecto, en esta construcción se mantuvo una entrada separada del área más íntima, para poder acceder al quincho y piscina sin tener que circular por el sector hogareño, lo que la hace ideal para reuniones y fiestas.
La arquitecta Lyda Goretta fue la encargada de transformar la pileta y alrededores en un puerto de descanso para día y noche. El blanco predominante en paredes da un toque mediterráneo y se acompaña de luces ledes en bulla para un toque más chic cuando se pone el sol. La cascada modelo californiano está hecha en símil piedra y los bordes de la piscina son atérmicos. Para el área periférica se utilizó un piso cerámico de alto tráfico –óptimo por ser antideslizante– en símil madera imitando un deck.
El espacio lo complementan plantas que van desde grandes palmeras hasta orquídeas, rosas y santarritas, para aportar color. El mobiliario en exteriores es predominantemente de hierro.
El quincho social cerrado tiene un aire vintage, pero con toques de modernidad en las puertas corredizas de vidrio y los actualmente en tendencia muebles de ratán. El piso es de porcelanato blanco tiza, y en el interior de este bien equipado rincón puede encontrarse toda clase de encendedores y vinilos de colección, un gramófono, antiguas radios, micrófonos y teléfonos, y hasta una heladera camuflada de amplificador, un verdadero paraíso del entretenimiento.
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Deco en exteriores
Una pared puede adornarse con distintos elementos. En este caso, al lado del quincho se dispuso un espacio con variados utensilios alusivos a la parrilla –que deben estar en desuso–. Para conservarse en buen estado, se recomienda barnizarlos, ya sea con barniz en aerosol, o bien con algunas pinceladas de cola vinílica y agua para impermeabilizarlos, puesto que deben estar expuestos a la intemperie.
Fotos Arcenio Acuña
