Los factores de riesgo a tener en cuenta van desde la hipertensión arterial, diabetes, tabaquismo, sedentarismo, la obesidad hasta la propia carga genética. Todo esto es común a ambos sexos, pero la mujer tiene un plus de riesgo para desarrollar la cardiopatía isquémica –comúnmente conocida como angina de pecho– y el infarto al descender los niveles de estrógeno en la menopausia, explica la doctora María del Carmen Cabrera, del Programa Nacional de Prevención Cardiovascular del MSPyBS.
La enfermedad cardiovascular puede producirse por aterosclerosis, enfermedad que ataca produciendo una lesión que se caracteriza por el depósito de sustancias grasas en las arterias, explica la doctora Luz Cabral Gueyraud, presidenta de la Sociedad Paraguaya de Cardiología y Cirugía Cardiovascular. Este proceso puede iniciarse en la niñez con la primera manifestación: la estría grasa y se puede prevenir si evitamos las frituras, manteniendo el peso correcto, una alimentación equilibrada y actividad física. Sugiere consumir en la alimentación diaria tres raciones de verduras y dos de frutas, cuatro veces a la semana carne (res, pollo o pescado), leche una taza a diario, cuatro a cinco unidades de huevo semanalmente, y decirle no a las frituras. En cuanto a la sal, explica que un paciente hipertenso debe consumir máximo cinco gramos de sal en 24 h. También alerta sobre las personas que no se mueven y recuerda que “la American College y American Heart Association sugieren que todas las personas que tengan una presión arterial de 130-80 deben hacer cambios en su estilo de vida, mantener un índice de masa corporal máximo de 25, un diámetro de cintura abdominal de 85 cm para mujeres y 103 en el hombre”.
Con respecto al colesterol, la especialista revela que lo ideal es “mantener un colesterol total menor o igual a 180, un LDL-colesterol (grasa mala) alrededor de 100, y el HDL-colesterol mayor o igual a 45 mg/decilitro. Los trigliceridos serán menores o iguales a 150 mg/decilitro y la glicemia menor o igual a 100, lo esperado en un adulto joven. Si no tuviera esos valores, debe acudir al médico para estratificar el riesgo cardiovascular”, advierte.
El estrés agravante
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El estrés es un factor agravante de las enfermedades cardiovasculares, así como la pobreza, porque ambos producen un estado de tristeza, depresión y desesperanza, lo que lleva, por ende, a la pérdida del interés por la propia persona y a la ingesta excesiva de alimentos por ansiedad. “En estos casos, generalmente, los estados depresivos son considerados factores de riesgo asociados a las enfermedades no transmisibles, incluso el estrés excesivo está relacionado con el infarto de miocardio”, observa la doctora Cabral Gueyraud.
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