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Tímida y reservada durante su juventud, a los 17 años, Janis Joplin decidió cambiar de vida, así como de temperamento, para hacerse camino en la música. Hija de un empleado petrolero y un ama de casa, empezó a cantar desde joven con Leadbelly, Rose Maddox y Woody Guthrie como venerables ídolos. Sin embargo, su mayor figura fue Bessie Smith, una intérprete de color que Janis adoptó como paradigma en sus inicios. La música era para Janis lo que el agua para un sediento. En 1960, tras su graduación, incursionó en recitales producidos en locales cercanos a su hogar, en Texas, con la banda de bluegrass The Walker Creek Boys. Con Janis como vocalista; Lanny Wiggins, en el bajo y Powell St. John, en la armónica, el grupo se mantuvo estable y unido por algún lapso, pero Janis no tardó en descubrirse como alma libre. Así, durante cierto tiempo, emprendió viajes en las comunas, las que entonces recién se daban a conocer en San Francisco y Los Ángeles, y, habitualmente, actuaba en solitario o con músicos que iban de paso.
De la escalada a la ruina
Aunque solo se trató de un jingle publicitario, Janis pudo grabar por primera vez en 1962, cautivando con su voz al empresario musical Chet Helms. Se mudó a San Francisco y se puso a trabajar. Su realidad se encontraba dando un giro total hacia la música, pero también se inclinaba hacia un peligroso estilo de vida a base de alcohol y metedrina; en aquellos días, la más popular de las anfetaminas. Simpatizar con esta droga la sumió en un periodo de hospitalización, a raíz de una intoxicación con estupefacientes. Se vio obligada a regresar a casa de sus padres, pero su estadía fue breve, porque pronto estaba de nuevo en San Francisco con Helms como mánager, donde se unió a la agrupación Big Brother and the Holding Company.
Gracias a la calidad de su voz y la auténtica pasión que irradiaba durante sus interpretaciones, Janis conquistó al público y obtuvo un gran éxito, a pesar de su desordenada vida privada, la que asumía cada vez con más fuerza el control de su gloria y su futuro. “Cuando doy un concierto, hago el amor con 25.000 personas, pero después, cuando vuelvo a casa, estoy sola”, había dicho una vez, desvelando sus sentimientos y necesidad de afecto. Fue entonces cuando se sumergió en una dolorosa sensación de limitación, mientras que su carácter agresivo e inestable llegaba a ser intratable debido al consumo de narcóticos.
En menos de 10 años, se había consagrado como una verdadera estrella del rock and roll de innegable renombre, pero los desenfrenos la condujeron a una muerte prematura.
Aunque se le atribuyó a una sobredosis de heroína la causa oficial, las circunstancias de su fallecimiento aún permanecen envueltas en la confusión. Janis, quien cumpliría 72 años el 19 de enero, falleció a los 27 años, pero la historia siempre la recuerda.
Texto nadia.cano@abc.com.py