La verdadera Grace

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Antes de convertirse en Su Alteza Serenísima de Mónaco, Grace Kelly estuvo lejos de ser una princesa. Su fama de destrozamatrimonios y devorahombres durante sus años dorados en Hollywood la siguen marcando hasta hoy, a 32 años de su muerte.

Su vida fue pura literatura; un cuento de hadas dirían muchos, pero la realidad es que la vida de la estrella de Hollywood que se convirtió en princesa estuvo llena de sombras. A 32 años de su muerte, uno de los aspectos más turbulentos de su personalidad –su relación con los hombres– sigue siendo foco de controversia.

Se marchó joven de su hogar, muy a pesar de los deseos de su familia, con el sueño de ser actriz. No tardó mucho en lograrlo, convirtiéndose rápidamente en la musa de la pantalla grande. Su fama la llevó a ganar un Óscar en 1954, pero también el rechazo de las mujeres que la conocieron, por su reputación de devorahombres de Hollywood.

Cuando parecía que su éxito no podía dejar de acariciar el cielo, la bella actriz nunca se imaginó que conocería al hombre que le daría un drástico giro a su vida. Grace decidió abandonar todo para casarse con el príncipe de un diminuto país europeo, Rainiero de Mónaco, entregándose por completo al hedonismo palaciego. Lo que ella jamás esperó es que sus secretos de cama atormentaran su matrimonio hasta el día de su muerte.

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Durante sus años de gloria como actriz, Grace vivió varias aventuras, pero su debilidad fueron siempre los hombres mayores y comprometidos.

La escritora Wendy Leigh, en la biografía no autorizada La verdadera Grace: Vida y tiempos de una princesa americana, le atribuye directamente el divorcio del director de cine Ray Milland. Su esposa Muriel –quien era muy querida en Hollywood– obtuvo un total apoyo, por lo que Grace empezó a sentir el rechazo de las mujeres de su entorno. “He hecho una cosa abominable, me he enamorado de un hombre casado. Estoy desesperada y no volveré a hacer nada igual”, se vio obligada a declarar Kelly, en una rueda de prensa que convocó para pedir perdón públicamente al ver su carrera amenazada.

Pero años antes de su romance con Milland, quien era 24 años mayor que ella, sus gustos y preferencias por los hombres mayores ya eran sobradamente populares. Su affaire con el actor Clark Gable fue otro de los episodios que la historia nunca olvidó.

Veinte años mayor que ella, la relación funcionó durante el tiempo que pasaron filmando Mogambo en África, pero el actor la dejó plantada apenas regresaron a la civilización. Grace no tardó en consolarse en los brazos del atractivo, pero también maduro actor francés Jean-Pierre Aumont.

En 1954, Grace filmó The Bridges at Toko-Ri con William Holden, joven actor, pero también casado. El affaire no duró mucho, pero al poco tiempo Kelly ya se encontraba filmando The Country Girl con Bing Crosby, película por la que obtuvo el Óscar como mejor actriz. Crosby era 26 años mayor que ella y acababa de enviudar; Grace por fin podía vivir un idilio con su coestrella sin necesidad de ocultarse. Pero sus planes se vinieron abajo cuando el actor decidió casarse con otra actriz. Tras la decepción, Kelly buscó consuelo con el actor Tony Curtis, pero, al poco tiempo, conoció a Oleg Cassini, un conde y diseñador de moda de origen ruso, con quien comenzó un romance. Se afirma, incluso, que llegaron a comprometerse en secreto. Se desconoce si Kelly fue una alumna estudiosa y aplicada, pero Leigh le menciona también una curiosa anécdota. Su profesor de Arte Dramático en Nueva York fue Don Richardson, quien la invitó a su casa; fue a la cocina a preparar café y, cuando volvió, ella estaba completamente desnuda. “Parecía un tanque del general Patton: fría como el acero”, diría años después el actor y director de cine. Tras conocer a Rainero de Mónaco y comprometerse con él, Kelly tuvo que someterse a un examen médico para demostrar que era una mujer fértil y se encontraba en condiciones de engendrar un heredero al trono. La futura princesa de Mónaco superó la prueba sin muchas dificultadas, pero existía un pequeño detalle: Grace no era virgen. Fue el momento en que iniciaron los engaños. Apoyada por su familia, adujeron que el mal entendido era fruto de un antiguo accidente de equitación. Y la mentira dio resultado. El 19 de abril de 1956, en la catedral de San Nicolás de Mónaco, Kelly contrajo matrimonio con el príncipe Rainiero III. Trajeron tres hijos al mundo –Carolina, Alberto y Estefanía– y su vida parecía estar enfocada en su familia. Sin embargo, su certificado de matrimonio y su vida de princesa no fueron suficientes para acabar con sus viejas costumbres idílicas.

Sus conquistas amorosas siguieron hasta el día de su muerte, momento en que se asegura mantenía una relación extramatrimonial con el famoso actor de cine británico David Niven.

Texto nadia.cano@abc.com.py