A Emilce Ruiz Díaz le apasiona el fútbol. Desde pequeña, sus tíos la llevaban a la cancha a ver los partidos de fútbol, una costumbre que continúa vigente hasta hoy, ahora lo hace acompañada de sus amigos. Sin embargo, nunca se imaginó que esta pasión tuviera tantos significados a su edad adulta.
Desde jovencita, estaba convencida de que su vocación era la medicina, pero tras ingresar en calidad de practicante al bufete del doctor Hugo López, reconocido abogado y exmagistrado de nuestro país, cambió su perspectiva profesional. Emilce Ruiz Díaz conoció el ambiente de la abogacía a los 17 años. Tiempo después decidió estudiar la carrera en la universidad Columbia, con una base ya adquirida. Recibió su título en 2010 y luego de dos años tuvo la oportunidad de trabajar en un conocido litigio del ambiente futbolístico encarado por el delantero Pablo Zeballos, quien demandó a un club importante de nuestro país. “Recurrimos al Tribunal Arbitral del Deporte, en Lausanne, Suiza, más conocido como TAS (Tribunal Arbitral du Sport), por sus siglas en francés. Así se estableció, según el contrato de vinculación del jugador con el club, la competencia jurisdiccional de dicho organismo reconocido por la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), por lo cual las decisiones de esta son vinculantes, definitivas y obligatorias para las federaciones y clubes que forman parte de la FIFA. Con nuestra intervención, se obtuvo un fallo acorde a las pretensiones de nuestro representado y, finalmente, se reconoció su derecho de percibir un monto importante de dinero que injustamente se le había arrebatado de las manos. Este caso fue un logro muy importante para mí, tanto a nivel personal como profesional, porque, además, sentamos un gran precedente jurisprudencial”, explicó Emilce.
A pesar de los éxitos, asegura que ser abogada se hace más difícil para las mujeres, porque si bien ganaron espacios en varias áreas a nivel mundial, todavía algunas personas se resisten a verlas como profesionales competentes e independientes. “No me puedo quejar, me inicié bastante joven en el ámbito y aprendí a amar lo que hago. Sentí esa necesidad de ayudar a los que tienen problemas y todo me resultó más sencillo por la oportunidad que tuve. Pero, lastimosamente, tengo amigas a quienes les resulta complicado este tema del ejercicio de la profesión”.
Para Emilce, la lealtad que brinda a sus clientes en momentos difíciles es lo principal. “También hay lugar para el carácter y el temperamento. Me considero una persona bastante dócil cuando lo tengo que ser, pero bastante directa cuando la situación lo requiera”. La abogada se capacitó en Derecho Deportivo a través de cursos y seminarios dictados en el extranjero. “Tengo pendiente una maestría a nivel internacional y está en los planes para el próximo año, en Francia o España. Ahora estoy estudiando francés, que aún me resulta complicado, pero es cuestión de perseverancia, que no me falta. En el país contamos con buenos profesionales en Derecho Deportivo, inclusive, no solamente dictan cursos a nivel local, sino que son referentes a nivel internacional. Sé que existen mujeres que se dedican a lo mismo, pero no las conozco personalmente”, señaló Ruiz Díaz.
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La historia se repite
Su hermana menor también sintió el llamado de la medicina. Estudió la carrera hasta el tercer año y luego la abandonó para dedicarse a la abogacía. Actualmente sigue los pasos de su hermana Emilce. “Siempre estaré allí para lo que necesite aprender. Además, tengo un hermano menor y cuatro hermanos de padre, con los que nos llevamos muy bien. A la que admiro muchísimo es a mi mamá, quien es la cabeza de nuestra familia, es una leona, una guerrera que logró sobresalir sola a pesar de todas las dificultades que le presentó la vida. Gracias a ella soy lo que soy”, concluyó.
Texto dbattilana@abc.com.py
