Lunares y el sol

Los lunares son frecuentes, pero se debe estar atenta a cualquier cambio en su aspecto. Para prevenir la aparición del denominado melanoma, es necesario evitar permanecer bajo los fuertes rayos solares durante los horarios no recomendados.

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Surgidos al nacer o en los primeros meses de vida, los lunares o nevos son manchas o bultos en la piel. “Se caracterizan por ser planos o elevados, de forma redondeada u ovalada, con bordes regulares y color homogéneo”, describe la dermatóloga Olga Gutiérrez de Garrigoza.

“Los lunares localizados en zonas expuestas al sol son más susceptibles, pues las radiaciones solares ultravioletas pueden malignizarlos. Por ello se insiste en la protección. Aquellos situados en áreas de roce también pueden ser peligrosos. Se aconseja usar la vestimenta adecuada (mangas largas y sombreros de alas anchas)”, enfatiza Gutiérrez.

Por su parte, la dermatóloga Romy Giardina de Landó indica que los lunares son comunes en todos, pueden ubicarse en cualquier parte del cuerpo y predominan en las que reciben más influencia solar. Algunos nevos, calificados como “atípicos”, conllevan mayor riesgo de tornarse en cáncer de piel, por lo que es crucial su control regular.

“Los nevos atípicos suelen ser de un tamaño mayor a los 6 mm, levemente asimétricos, distintos entre sí y en tonos como marrón o incluso rosado. Habitualmente, aparecen en personas con gran cantidad de lunares (más de cien)”, señala.

Además, Giardina revela que no hay fórmula que impida el brote de nevos, pero para que no se vuelvan un melanoma y detectar tal proceso precozmente, hay que rehuir del sol entre las 10:00 y 16:00, así como de utilizar camas solares. Se insta a aplicarse a diario protectores con FPS superior a 20; esto, 30 minutos antes de salir y, luego, cada tres horas.

Vigilancia constante

La misma profesional estimula a hombres y mujeres a fijarse con detenimiento en determinados aspectos: “Debe observar lunares y manchas periódicamente, y visitar al dermatólogo de inmediato siempre que exista una modificación veloz en su tamaño, forma y coloración, como erosión, costras, sangrado, lunares que pican o se inflaman”.

Advierte: “El cáncer de piel es curable en la mayoría de los casos, por eso los exámenes, al menos una vez al año, son fundamentales. El sol da beneficios, pero sin protección puede traer riesgos. El daño es acumulable y las exposiciones reiteradas e indiscriminadas causan a largo plazo un envejecimiento prematuro de la piel, lesiones precancerosas y cáncer”.

Otros datos

- Es posible desarrollar lunares hasta los 40 años, aproximadamente.

- La mayoría de las personas poseen entre 10 y 40 lunares.

- En ocasiones pueden aparecer pelos en los nevos.

Alarmas

La doctora Gutiérrez de Garrigoza sostiene que la mayoría de los lunares son benignos; no obstante, subraya que una mínima proporción es capaz de dar lugar a tumores malignos: los melanomas. Un lunar puede cambiar de color, variar sus bordes, perder simetría, crecer, sangrar, picar o inflamarse. Todos estos son signos sospechosos de una transformación maligna, por lo que requieren de la consulta dermatológica instantánea. Quienes pasaron mucho tiempo al sol o cuentan con familiares directos aquejados por el cáncer de piel son más propensos a sufrir variaciones en sus lunares. Asimismo, quienes cuentan con gran cantidad de nevos, lunares displásicos, o antecedentes personales o familiares de cáncer de piel deben ser más estrictos en sus controles. Recordá siempre que un diagnóstico precoz de malignidad mejora el pronóstico.

darzamendia@abc.com.py

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