Querido loco

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Estudió en el Liceo José Enrique Rodó. Se graduó de comunicador en la Universidad Católica. Trabajó para renombradas agencias de publicidad, y en el Diario Hoy se destacó en dibujo humorístico, convirtiéndose en poco tiempo en un referente nacional.

Nació en Asunción una siesta del 31 de marzo de 1954. Su padre, proveniente de Pilar, Antonio  Espinosa Páez, era topógrafo y dibujante técnico, y su madre originaria de Yaguarón, Leopoldina González viuda de Espinosa, fue directora de la Escuela de Obstetricia Andrés Barbero.

Durante su niñez y adolescencia, Nicodemus Fermín Espinosa González, famoso en nuestro medio como Nicodemus, siempre pasaba sus vacaciones en Yaguarón, en la casa de sus abuelos, por lo cual esta ciudad se transformó en “su patria chica”.

Sus primeros trazos en el papel empezaron a temprana edad, con el incentivo de sus padres. A finales de la década del 60 tuvo la oportunidad de participar de un curso de dibujo humorístico y animado a cargo del dibujante argentino Félix Follonier, quien trajo una novedosa técnica a Paraguay. Esta fue la plataforma de lanzamiento de su inigualable humor.

Además de incursionar en periódicos, también se tornó en un activista de la difusión y promoción del rock en varias radioemisoras paraguayas. “La radio es mágica”, asegura. Además, publicó cuatro libros.

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Para Nico, elaborar un chiste no posee una explicación lógica porque es exagerar una realidad haciendo uso del sarcasmo o la ironía, sin llegar al común kachi'ãi, porque en su labor constantemente busca que exista una dosis de buen gusto.

¿Quién te descubrió? En la facultad teníamos un panel en el que colgábamos historias, poesías, cuentos, noticias, y yo compartía mis dibujos. Así me descubrió el profesor Juan Rómulo Gauto, quien también era jefe de Redacción del Diario Hoy. Recuerdo que me preguntó si contaba con una carpeta con dibujos y si me interesaría trabajar en un diario, luego me convocó. Fui a la reunión y Rómulo charló con el director, Óscar Paciello, mientras yo esperaba en la sala. Después escuché una carcajada del doctor Paciello y allí me dije a mí mismo: “Ya estoy adentro”. Corría el mes de marzo de 1977.

¿Qué recuerdos atesorás de ese tiempo? Estuve en el Diario Hoy antes de que arrancara, cuando las máquinas aún se estaban calibrando. Allí conocí a gente muy interesante e importante para mí, con trayectoria profesional, personas que tenían un humor muy especial, como Roberto Víctor Santacruz, más conocido como Rovisa, poeta, escritor y periodista, quien se había desempeñado en el periódico Clarín de Buenos Aires; a Néstor Romero Valdovinos, escritor y dramaturgo; a Chiqui Ávalos. Considero que Hoy fue el primer diario que le dio importancia al humor. Los domingos, por ejemplo, circulaba un suplemento humorístico y la gente venía de madrugada a esperar y a hacer fila, mientras se imprimían los periódicos para llevar su ejemplar.

¿En qué medios participaste? Pasé por los diarios ABC Color, Última Hora, Noticias, La Nación; siempre detrás de mejoras económicas porque a fin de cuenta somos profesionales, y si tu trabajo vale y te pagan mejor, te vas; y si el ambiente es bueno, mucho mejor. Así, recorrí todos los diarios de Asunción. Estuve en Noticias hasta su cierre, dirigiendo un suplemento de jóvenes y una revista infantil que se llamaba Notito, que fue un boom. Incluso, una empresa de lácteos llegó a fabricar un yogur con el mismo nombre. Terminé mi carrera en periódicos en La Nación, donde permanecí hasta el 2008. A partir de entonces soy independiente, pero sigo publicando en revistas locales y extranjeras: “Guairá News, de Villarrica”, y otra de Oslo, Noruega.

¿Formaste parte de otros proyectos? En la década del 70, montamos una revista de humor con Reinaldo Martínez y Ramón Rojitas Rojas, que también fue el primer magacín roquero de Paraguay, en el que publicábamos crónicas de recitales. Ahí nosotros hacíamos de todo, desde las fotos hasta la venta de publicidad, que nunca podíamos cobrar por lo cual se acabó el proyecto tras sus quince números. En los 80, con Juan Moreno y Roberto Goiriz lanzamos la revista de cómics El Raudal, que era un multicopiado y lo vendíamos en la casa de discos Lennon Record Shop, que pertenecía a Mario Ferreiro y Ángel Aguilera. Luego pasó a ser una publicación semanal y nuestro eslogan era: “El Raudal, único medio con vista al futuro”. Lo llamamos así porque nuestra oficina estaba ubicada frente al cementerio de la Recoleta. El proyecto más reciente que integré fue la Enciclopedia del Humor Paraguayo, que se publicó en ABC Color a principio de año, cuyo valor radica justamente en su título, porque es la primera que aborda el tema y a sus exponentes.

¿Qué dibujos te divirtieron? Tras el golpe de 1989, produjimos con Mario Casartelli otro semanario que se denominó Sin anestesia, en el que éramos bastante bravucones para poner a prueba la libertad de expresión. Así, retratábamos en calzoncillos a todos los candidatos electorales. El pantaloncito de Euclides Acevedo, por ejemplo, aparecía con plumas porque a él se lo conocía como Gallo paloma. Una vez, también dibujamos la Basílica de Caacupé con un cartel que decía: “Se vende o se alquila”, cuando monseñor Aquino era muy cuestionado por su manejo comercial de la festividad del 8 de diciembre. Firmamos la creación Casartelli y yo, como Nicotelli Casardemus.

¿Qué te apasiona, además de dibujar? La música. Intenté ser músico pero nunca lo logré. En los primeros tiempos del rock nacional formé con mi amigo, Cacho Rock, el dúo Mugre. Elegimos llamarnos así porque en esa época todas los agrupaciones poseían lindos nombres y como lo nuestro era una anticultura, debíamos llevar un antinombre. Tocábamos en los festivales de colegios y cuando nos anunciaban: “Ahora el dúo Mugre”, los muchachos nos gritaban: “¡Pehóna pe jahu!” (¡Vayan a bañarse!). También conformamos una banda de rock pesado, Ataúd, y el bajista fue Marcial Congo. Esas fueron mis experiencias con la música, pero mi principal trabajo fue difundir el rock en programas radiales. Uno de mis primeros compañeros en este apostolado fue Juan Pastoriza, un gran cultor del rock, hoy dedicado al folclore, y después se sumó un oyente muy conocedor del estilo, Mario Ferreiro. Éramos tan jóvenes y teníamos mucho cabello.

¿Cómo definís tus obras? Luego del golpe de Estado de 1989, con la libertad de expresión, vino la explosión de decir lo que uno quería o sentía; y en nombre del humor se proferían muchas groserías por todos lados. Yo no soy amigo de eso, entonces lancé un libro que se denominó El pilín de Nico, en el que todo son chistes sobre sexo, pero sin ninguna grosería. Lo que quería era mostrar que se puede hacer humor sin llegar a la grosería. Creo que eso define mi trabajo, el buen gusto.

¿Qué opinión tenés del periodismo actual? Está masificado y prácticamente desapareció ese derecho de piso que antes había en las redacciones. Antes, los que querían ser periodistas empezaban desde abajo, les hacían escribir hasta exequias y ahora no. De repente, viene un chico y ya es estrella, y lo peor es que se lo cree. El brillo del estrellato se logra con la trayectoria.

¿A quiénes admirás? A todos los artistas. Sobre todo respeto y aplaudo a Luis Szarán por la tarea que está desarrollando con los chicos de Sonidos de la Tierra. A Hugo Pistilli, con quien aprendí mucho porque compartía sus conocimientos sin egoísmos. También a Porfirio Bustos, que me ayudó a empezar mi carrera profesional. A Livio Abramo, con quien estudié durante tres años. A Fontanarrosa, Quino, Jimi Hendrix, Efrén Kamba'i Echeverría y a Bach.

Nico adora las plantas, los árboles, las gallinas y los loros; su casa es un vergel. Actualmente, cuenta con una escuela junto con Juan Pistilli donde ofrecen talleres de caricatura. Anhela tener un parque museo para que la gente pase el día entre obras de arte y naturaleza.

Rómulo charló con el director, Óscar Paciello, mientras yo esperaba en la sala. Después escuché una carcajada del doctor Paciello y allí me dije a mí mismo: “Ya estoy adentro”.

“En los 80, con Juan Moreno y Roberto Goiriz lanzamos la revista de cómics El Raudal. Nuestro eslogan era: ‘El Raudal, único medio con vista al futuro’. Lo llamamos así porque nuestra oficina estaba ubicada frente a la Recoleta”

GUSTOS

Nico es cultor del rock clásico, pero así como le gusta Led Zeppelin también disfruta del folclore. Lo único que lastima sus oídos es el reguetón hasta el punto de indignarle. Entre los géneros tropicales soporta hasta la cachaca pirú, “El resto, guácala”. Con Rodrigo Carvallo dirigió el programa de radio de rock nacional Pombero pu, a través del cual realizó un importante trabajo de recopilación de discos y casetes de grupos nacionales del estilo musical y los digitalizaron.

 leticia.barrios@abc.com.py