He. ¡Sí, dale!

¡Vamos mañana a ver una peli! -¡Sí, me anoto! Al día siguiente, nadie aparece. Entonces el encuentro pasa una vez más para otra fecha. Desde hace tiempo venimos arrastrando las típicas frases: “Sí. Dale, vamos a hacer”, “he, esperame que ya estoy ahí” que nos caracterizan como paraguayos, pues no es parte de nuestra cultura responder a una petición con un “no puedo” o simplemente “no quiero”.

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Cuando alguien nos pide un favor o nos invita a una farra siempre respondemos “sí”, convencidos de lograr ajustar nuestro tiempo y asistir a tal evento o encuentro con los perros. Tomar una decisión es un asunto de toda la vida, pero es difícil decir “no”, porque queremos evitar los reproches de nuestros amigos, entonces buscamos excusas contestando: “Sabés que me voy, pero un rato no más”, para quedar como aquel que a nadie falla.

Según expertos extranjeros, si una persona nos plantea su idea o proyecto y le respondemos con un rotundo “no” ponemos a tambalear sus sentimientos y damos lugar a malentendidos y enojos. Entonces, creemos que cuando somos negativos tendemos a alejar a la gente de nuestro entorno.

Por otra parte, los psicólogos de nuestro país aseguran que los individuos inseguros de sí mismos, contestan que “sí” a todo para caer bien en los diferentes grupos sociales, a pesar de que estos siempre reciban una negativa de los demás. Mientras que aquellos con autoestima elevada son insistentes para conseguir como sea una aceptación de buena manera, aunque ellos siempre digan que no.

Generalmente, los abuelos y la gente del interior acostumbran a aceptar todas las peticiones que reciben con tal de ayudar al vecino o pariente, para quedar bien con ellos. Por eso, en las distintas organizaciones de farras, rezos, fiestas patronales, polladas y festivales que organiza la comunidad dicen: “He, rojapóta hina, ani ejepreocupa”, sin importar el esfuerzo que esto conlleva.

Muchos pueden confundir la sinceridad con las excusas, porque no siempre decimos lo que pensamos. Entonces, es hora de que nos pongamos firmes en nuestras decisiones y sin miedo al desprecio de los demás, podamos responder que “no” cuando sea necesario, evitando decir: “He, ¡Sí, dale!, solo por agradar.

Por Desirée Esquivel (18 años)

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