Los padres actualmente se han vuelto más permisivos con sus hijos, y los adolescentes, al contar con la libertad y oportunidad de experimentar algo nuevo, no tardan en llegar a la práctica. En efecto, la sexualidad es uno de los aspectos que más urgente y precozmente se busca conocer.
Ahora bien, el tener relaciones íntimas a corta edad casi nunca termina ahí nomás; generalmente, va mucho más allá que ese hecho y trae consigo el embarazo tempranero, con el riesgo de derivar en abortos o en una paternidad irresponsable producto de la inmadurez. Todo esto a partir del simple deseo de “saber cómo es” y porque querían jugar a ser grandes.
En consecuencia, si se llega al embarazo, dos jóvenes que siguen estudiando y viven con su familia, ¿qué van a hacer para sacar adelante a un inocente que vino al mundo solo por “curiosidad” de sus progenitores?
Casi siempre los adultos culpan a sus hijos señalando que, por un “momento de calentura”, tuvieron un gran tropiezo en cuanto a su futuro. El error, sin embargo, no es achacable solo a los adolescentes, pues la sexualidad es un tema muy poco conversado, tanto dentro de la familia como en el colegio, convirtiéndose en una seria dificultad.
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En definitiva, una buena educación y la orientación oportuna, además del acompañamiento familiar, ayudarán a evitar las relaciones sexuales precoces que, en la mayoría de los casos, se convierten en un problema de salud integral y social.
Por Carlos Gómez de la Fuente (17 años)