Historias del Paraguay verdadero

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Con la mirada puesta en la gente y la realidad del Paraguay más rural, el director, productor y guionista Hugo Gamarra habla de “Profesión Cinero” y “Tekoeté”, documentales recientemente lanzados en una prolija edición DVD.

En un país donde los estrenos en cine documental son escasos y los proyectos de ediciones profesionales en DVD difícilmente llegan a las bateas, el mérito de Hugo Gamarra es mayor. Si a eso se le suma la riqueza narrativa –recuérdese el documental “El Portón de los Sueños”, aquel bello homenaje al escritor Augusto Roa Bastos– y el candor de su lenguaje para descubrir y contar historias de la calle, la celebración no puede ser menor.

El director, productor, guionista, docente y crítico cinematográfico estrenó este mes la edición en DVD de “Profesión Cinero” (2007) y “Tekoeté” (2010), películas documentales que gozaron de un largo recorrido en distintos festivales alrededor del mundo.

Los materiales tienen disponibles opciones de subtítulos en castellano, inglés, francés, portugués e italiano; y una serie de extras que incluye fotografías, comentarios del director, entre otras opciones.

-¿Cómo nace el proyecto de editar sus dos películas documentales “Profesión Cinero” y “Tekoeté” en DVD, dentro de esta “Colección Paraguay Teeté”?

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-Nació del carácter de ambas producciones: son dos miradas a la gente y las realidades del Paraguay rural. “Paraguay Teeté” (“Paraguay verdadero”) me pareció un título apropiado para valorizar esta vocación de un cine que busca representar el Paraguay del interior, tan ignorado y desconocido por la mayoría de los asuncenos. La publicación en DVD se ha producido gracias al aporte del FONDEC, posibilitando así la disponibilidad de estas películas para una mayor difusión, para uso en los colegios y para el público en general, tanto nacional como extranjero.

-En “Tekoeté” parte de un hecho político importante –como lo es, por entonces, la inminente caída del Partido Colorado tras 60 años de poder– para retratar la vida de una familia campesina. ¿Cómo recuerda la experiencia?

- Fue una experiencia muy feliz y muy animada. Encontrar a esta familia (gracias a Lola, la empleada de mi madre, que es hermana de Julio) y que aceptaran nuestra propuesta fue electrizante. Y pasar todo ese día con ellos, conviviendo sus quehaceres, recuerdos, dolores, alegrías, preocupaciones y esperanzas fue maravilloso; una experiencia cinematográfica por la que doy gracias a Dios. Y sabemos que para ellos también fue un hito en sus vidas. Ganamos mucha sabiduría y amistades haciendo esta película.

-La película es un documento social y político, sin buscar ser panfletario. El slogan que acompaña es “Manera auténtica de ser”. ¿Cuál es la “manera de ser” que encontró en esa familia rural de Cordillera Costa, Ybycuí?

-Es una manera de ser despojada de toda máscara o postura artificial. Son gente natural, sincera, espontánea. Admirables por su capacidad para el diálogo y el debate, por su afecto y respeto hacia los seres humanos, animales y la naturaleza. A la vez, han llegado a comprender que toda acción y conducta en la vida responde o debería responder a una coherencia política e ideológica.

-En “Profesión Cinero” es más fuerte su mirada dentro del metalenguaje, puesta como principal impulsor de los hechos que acompañan y provocan un cambio en sus protagonistas. ¿Cuál es el factor que mueve al Gamarra documentalista para la elección del tono y el punto de vista en una historia?

-Parto de una intuición intelectual y sentimental inicial. En la construcción del tratamiento narrativo audiovisual trato de mantenerme fiel a esa intuición, predispuesto a cuestionarla y replantearla en todo momento. Es la libertad que permite el cine documental. Uno no tiene un guión predeterminado al que debe ceñirse y ser fiel. Uno solo debe ser fiel a sí mismo y a las personas que uno va convirtiendo en personajes. Punto de vista, tono, estructura narrativa y el sentido poético son fundamentales en la construcción de un relato documental.

-“Profesión Cinero” fue pensado para un público adulto que vivió de alguna forma el fenómeno del “cinero” en los alrededores de la capital. En cambio, logró capturar la atención y emocionar a un público más amplio, incluso joven. ¿Cómo explica ese fenómeno multigeneracional, tan difícil de lograr con una historia rural?

-Efectivamente, la fascinación y la emoción que siente el público juvenil con esta película es algo que ha sobrepasado mi imaginación. Gracias a los debates posteriores a las proyecciones me fui dando cuenta que los jóvenes se sienten muy atraídos por el personaje (la persona de Juan como es presentada en la película): por sus habilidades, sus convicciones, sus valores y sobre todo por su gran amor hacia el cine, por la melancolía de una labor que se ha llevado el tiempo con los cambios de la tecnología. Muchos de estos jóvenes –consciente o inconscientemente– encontraron en Juan un modelo ejemplar de dignidad, de trabajo vocacional, un héroe civil que merece todo nuestro respeto.

-La película se exhibió con éxito a países como Brasil, México, Cuba, Estados Unidos y hasta la India, con distintas menciones de honor. ¿Cuál, cree, es el secreto de su universalidad?

-La práctica de cine ambulante existió en casi todas partes del mundo, con sus variaciones locales; por lo tanto evoca en público de todo el mundo una realidad compartida que pertenece definitivamente al pasado. Pero eso no sería suficiente. Creo que la película tiene éxito internacional por el personaje y por la forma narrativa sencilla y directa, por su ritmo y claridad informativa, por su tono ameno y risueño, incluso por su sensbilidad poética. La comunicación audiovisual es siempre un misterio, difícil de poner en palabras, es más fácil señalar por qué no funciona que las cualidades de su éxito.

-La digitalización fue un avance importante en la búsqueda de un nuevo "cine nacional", en constante crecimiento. ¿Cómo observa, por estos días, la situación del cine documental y de ficción paraguayo?

-Un auge tremendo. La democratización tecnológica permite que niños inclusive estén produciendo imágenes con teléfonos celulares. Pero me resulta a la vez preocupante que la educación formal sigue sin utilizar películas en el aula, como los textos de nuestro tiempo que son, que no estamos formando público de criterio y que los jóvenes realizadores no tienen acceso a capacitación en el lenguaje y la cultura cinematográfica, en la responsabilidad ética y estética que debería llevar el uso de las imágenes audiovisuales. Es una herramienta fundamental del mundo contemporáneo que no está siendo aprovechada para el desarrollo nacional. El Paraguay necesita urgentemente una Ley de Cine y Audiovisual.

-Su producción como cineasta es mayor en películas documentales que en ficción. ¿A qué lo atribuye?

-El cine documental me permite explorar aspectos de la realidad y de mí mismo que me interesan. Tengo una vocación y sensibilidad por el paso del tiempo y la memoria. En un mundo tan veloz y en un Paraguay que está perdiendo rápidamente sus características más autóctonas, quiero dejar retratos de personas e historias de la realidad para las próximas generaciones. Además, el documental me permite trabajar a un ritmo pausado (imposible con la producción de una ficción) y experimentar con formas narrativas, sin grandes costos financieros.

-¿Cuáles son sus próximos proyectos, para lo largo del año?

-Acompañar la presentación de “Paraguay Teeté” en lugares del exterior (pronto será en Chicago y New York, EE.UU.) y en el interior del país. El 21º Festival Internacional de Cine (setiembre). A la par, estoy trabajando en proyectos de documental y ficción en diversas etapas de preproducción. Además, el rescate de películas paraguayas antiguas desde la Fundación Cinemateca del Paraguay.

“Profesión Cinero” y “Tekoeté”, en su edición DVD, forman parte de la “Colección Paraguay Teeté” y están disponibles en los locales de Blue Caps, Fausto Cultural y Quijote.