Un Amado Sarabia adolescente regresaba a Paraguay en 2004 tras unos años de vivir en Estados Unidos con su familia. Completamente “enamorado” del ska punk en dicho país, buscó inmediatamente algo similar aquí. Al ver que se estaba gestando una movida con bandas nacionales, supo que era el lugar donde quería pertenecer, y fue así como la música le sirvió para sentirse parte de una “tribu urbana” creada a base de “puro amor por la música”.
Todos estos recuerdos, entre amistades en el skate park, conciertos en una “mítica seccional 6” y cómo fue desarrollándose y creciendo dicha escena es lo que Amado quiere mostrar a la gente con su documental “Diario de un Escuar”, cuya primera parte está disponible en YouTube, y la segunda en pleno proceso de edición para ser lanzada aproximadamente en agosto, con el objetivo de dejar registro de hechos que también “forman parte de nuestra cultura”.
“Fue como llegar a ciegas”, manifestó Amado sobre su retorno, ya que buscando bandas del estilo aquí no podía encontrar por las limitaciones en cuanto a conexión de internet. “Tenía un amigo, Marito Llanes, que vivió en EE.UU. al mismo tiempo que yo y que también volvió. Él me contó de Ripe Banana Skins (RBS), Ese Ka’a, del skate park donde los perros patinaban y escuchaban música; y era una cosa súper bizarra ver algo así en Asunción”, rememoró el músico.
Para él regresar fue adaptarse a otra realidad, y es en ese sentido donde la música hizo que su “adolescencia sea más llevadera”. “El cambio no fue tan chocante porque venir y encontrar ese universo musical fue algo muy lindo. Descubrir gente que le gustaba lo mismo que a mí hizo que no me sienta tan solo. Al poco tiempo comenzamos con Square Pants, yo estaba en el colegio y ya salíamos en la tele. Fue algo fuera de serie”, destacó.
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Viaje musical
“Fue un viaje al pasado el acordarme de tantas cosas”, señaló sobre la realización del documental para el cual se valió de fotografías, algunos videos recuperados de VHS y conversando con sus amigos y colegas. “Para mí RBS y Ese Ka’a son indiscutiblemente los líderes eternos”, calificó acerca de quienes consolidaron la escena. “Atrás le seguimos Moon Ska Monkeys y Square Pants, y así los cuatro llevábamos la bandera del ska punk juntos”.
“El punk rock y el punk, aunque son otros estilos, también formaron parte de la escena. Ahí Garage 21 es importante, Piter Punk es importante, o Trifulka e Ijadmil, porque juntos creamos ese underground que te puede llenar con 500 personas un concierto organizado de forma independiente”, reconoció.
“Nosotros estamos hace dieciséis años ya, Garage 21 hace un poco más, Piter Punk más, y el tema de tener tu banda punk o ska punk es pensar que el sueño nunca muere, siempre está ahí, siempre crees que vas a lograrlo aunque tu razón te dice muchas veces que no. Pero en el fondo de nuestro corazón siempre tenemos el sueño de que algún día en Paraguay podamos tener una escena masiva como en otros países, o de ser una banda tipo Ska-P. Creo que eso es lo que nos mantiene vivos, y en nuestro caso Square Pants es como un aliciente para nuestro corazón musical”, afirmó.

Crear desde el corazón
Algo que Sarabia resaltó de la consolidación de la escena ska punk en dicha época, donde “podías tener hasta cinco conciertos por fin de semana”, es la “hermandad” que había entre bandas, como también el afán de hacer “lo que nos gustaba” sin seguir tendencias.
“La principal diferencia -comparando con el presente- es que era todo más orgánico. De un tiempo a esta parte pasamos a tener un valor de producción tan grande en la música, como masterizar tu disco en el exterior, hacer un tema que no tenga más de cuatro minutos y que tenga un coro pegadizo para dar con la fórmula del hit. Y con todos esos condicionantes la música cambió demasiado. Ahora está todo tan hecho para que pegue, o no se sacan ya más discos sino un tema o dos. Cambió demasiado el mundo de la música por eso se volvió tan plástico también. Lo nuestro era más de garage, de estar encerrado en una sala creando”, observó pero sin desacreditar el trabajo de los productores sino resaltando el espíritu de crear orgánicamente.
Rememorando cómo en los conciertos que organizaban se invitaban entre bandas e incluso llegaban a ser teloneros por el simple hecho de compartir, expresó que eso “sí se perdió a esta altura en Paraguay”. “Nosotros hacíamos conciertos y nos teloneabamos gratis. Era un ida y vuelta eterno”, refirió.
Hacer memoria
“Tuve que escarbar de la nada. Es un trabajo de investigación de registros que no existen”, señaló también el artista, quien lamentó la falta de fuentes a donde recurrir para poder generar estos contenidos, pues incluso habló a ciertos canales que no atendieron a su pedido de videos. Así pudo recolectar imágenes de Chicken Way o Soldado Desconocido, bandas que también estuvieron en los inicios de la escena.
“La falta de memoria creo que es nuestro mal número uno acá en Paraguay. También la cultura y la idiosincrasia del paraguayo es ser muy informal en casi todos los ámbitos de esta vida. Eso hace que no nos preocupemos por documentar, grabarnos, dejar un sello, marca, algo escrito o grabado de lo que hacemos, porque de verdad nunca nos hubiésemos imaginado el legado que iba a tener esto, porque para mí esto es un legado cultural en Paraguay”, remarcó.
Así, mientras edita la segunda parte de este documental, Sarabia afirmó que el ska punk es para él “un estilo de vida”. La música le dio viajes, momentos y personas. “Todo hice a raíz del amor que le tengo a la música y al ska punk en particular. Mi forma de vida es esa. Es un viaje de ida”, cerró.
