Laguna Pitiantuta: expedición y descubrimiento

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Turgot, Cp. Serebriakoff y Kymaha, en una de las fotografías que incluye el libro a presentarse
Turgot, Cp. Serebriakoff y Kymaha, en una de las fotografías que incluye el libro a presentarse.

En conmemoración de los 90 años del descubrimiento de la laguna Pitiantuta, el jueves 11 de marzo se lanzará la segunda edición del libro “Pitiantuta, la chispa que encendió la hoguera en el Chaco paraguayo”, autoría del coronel Alejandro von Eckstein. El acto será en el Círculo de Oficiales Retirados de las FF.AA. (Oliva 709 esq. O’Leary), a las 19:00.

Con motivo de cumplirse 90 años del descubrimiento de la laguna Pitiantuta, el grupo Alma Rusa organiza este acto conmemorativo en el que primero se desarrollará la disertación “Pitiantuta: La batalla inicial”, a cargo el profesor de historia y militar general de brigada Lelín Ferreira Costa.

Seguidamente se realizará el lanzamiento de la segunda edición del libro “Pitiantuta la chispa que encendió la hoguera en el Chaco paraguayo”, del coronel Alejandro von Eckstein, editado por editorial Arandurã con el apoyo del Fondec. Se referirá a la obra el escritor Alejandro Hernández como también María da Gloria von Eckstein, hija del autor.

El acceso es libre y gratuito pero por protocolo sanitario se ruega confirmar presencia escribiendo al WhatsApp (0981) 503-560.

Una gran travesía

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“En los últimos días de diciembre de 1930, el Ministro de Guerra y Marina dispuso la realización de una expedición de reconocimiento en la Región Occidental, hacia el interior del Chaco paraguayo, al Oeste de Fuerte Olimpo. Allí se formó el grupo de exploradores compuesto por el Gral. de Div. Juan Belaieff, el Cap. Ing. Basilio Serebriakoff, el Tte. Alejandro Von Eckstein y dos aborígenes chamacocos, el cacique Chicherone y Carlitos Bogora”, expresa la presentación del libro.

Cuenta también que el 7 de enero de 1931, la expedición partió de Puerto Botánico a bordo del Aviso de Guerra “Cap. Cabral”, con destino a Puerto Casado. De allí continuó por tren hasta el km 45, donde se le unió el Tte. Hermes Saguier (padre de Miguel Abdón Saguier), un cabo y un soldado, luego se inició la internación en el desértico Chaco, en una marcha lenta y penosa por la espesura de la selva, que les dificultaba el acceso con los caballos y las mulas.

“Las exigencias para la supervivencia en aquel desierto verde fueron grandes. Por días se quedaban sin agua y muchas veces tenían que alimentarse solo con los panales de miel de abejas, mellando sus energías a medida que se alejaban de sus puntos y elementos de apoyo necesarios”, relata el autor en la presentación.

“Las peripecias sufridas en aquel largo viaje fueron duras, ya que se cumplió en una región inhóspita, llena de animales de diversas naturalezas y peligros de toda clase. El compromiso de llegar al final de la jornada exigía sobreponerse a las difíciles pruebas. Por tanto, había que seguir adelante sin desanimarse un momento, luchando con resolución firme, para cumplir la misión asignada, la de llegar a Pitiantuta”, narra.

Pocos días antes de llegar al objetivo, el Cap. Serebriakoff se enfermó y el Gral. Belaieff ordenó que, junto con el Tte. Saguier y con un grupo de indígenas baqueanos, vuelvan a Asunción. El 13 de marzo, luego de dos meses y seis días de la partida de Puerto Botánico, se llegó a la gran laguna “lugar del hormiguero muerto” Pitiantuta, donde fue fundado posteriormente el fortín “Carlos Antonio López”. Habían recorrido más de 30 leguas en tupida selva salvaje.

“La laguna Pitiantuta en aquel tiempo era de una importancia realmente estratégica. Estaba situada en el medio de las fuerzas del Sur-este boliviano y las fuerzas del oriente, que se encontraban separadas, dejando un gran vacío, que rompía la continuidad del frente ocupado por el ejército boliviano”, añade la presentación.