"Trata sobre la crisis del espacio urbano, la crisis de identidad de las ciudades", explica a EFE Silva (Granada, 1998), quien decidió escoger como escenario su ciudad natal, que abandonó a los 18 años para irse a Barcelona y con la que ha mantenido desde entonces una relación "intermitente".
Los cambios que ha experimentado Granada en los últimos años a un ritmo "drástico y dramático", acompañados por un proceso de gentrificación, han ido moldeando la ciudad y su forma de vivirla.
"Granada tenía una identidad brutal en el espacio. Se la estaban cargando, tirando fachadas... Me tocaba muy de cerca, era una cosa muy emocional", afirma.
"Quién vio los templos caer" iba a ser su proyecto de fin de carrera en la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya (ESCAC), pero excedió el formato inicial y se convirtió en un "largo" rodado en dos etapas entre 2021 y 2022, pero que no estuvo finalizado hasta diciembre del año pasado.
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Ya la pasada primavera la dirección del CPH:Dox, el festival de documentales más prestigioso de Dinamarca, se interesó por la película, que Selva define como "un híbrido, no es ni una ficción ortodoxa ni un documental al uso".
El protagonista de la película es una recreación de Mariano Fernández Santiago, el "Chorrojumo", una figura muy conocida en Granada en el siglo XIX que se ganaba la vida contando historias a los turistas, ataviado con un traje gitano.
"Es un personaje olvidado en la historia de la ciudad, pero mis padres lo tenían muy vivo. Me despertaba mucha curiosidad, fue el primer guía turístico de Granada. Tenía mucho sentido usarlo", apunta.
Al "Chorrojumo" lo acompaña Anas, un joven marroquí en busca de la casa de sus antepasados moriscos, de la que sólo conserva la llave, y juntos recorren las ruinas de una ciudad en transformación y en la que continuamente "chocan" tiempos distintos.
El estreno en Dinamarca ha despertado el interés de festivales españoles por la película, relata Selva, que prepara ya dos cortometrajes: uno sobre el cabello femenino y otro sobre los conflictos palestino y ucraniano, usando en este último material videográfico accesible grabado por drones y satélites.
Admiradora de otras directoras españolas como Rocío Mesa o Elena López Riera, Lucía Selva reconoce la importancia del auge de creadoras audiovisuales y se siente parte de una generación interesada en una mirada a lo rural y a la tierra de origen.
"Me gusta mucho lo híbrido, los lugares un poco intermedios entre una cosa y la otra. Creo que una ficción ortodoxa no es un sitio en el que me sienta muy cómoda por lo encorsetado, por el hipercontrol", afirma.