Como casi todo en estos tiempos, cOn acceso limitado a vacunados, pacientes recuperados o quienes presenten un test negativo; sin alfombra roja para los rostros conocidos de la vida política o farándula local; pero con ansias de demostrar que vitalidad tras un año de parón por la covid: así se presenta el más tradicionalista entre los festivales operísticos europeos.
El rostro de la renovación es el de Lyniv, la directora ucraniana de 43 años, con un buen rodaje en otros escenarios -llevó esa misma ópera en el Liceo de Barcelona, en 2017, y ha dirigido otras piezas en la Staatsoper Unter der Linden, de Berlín, en las de Stuttgart, de Múnich y Fráncfort, entre otras.
Pero a Bayreuth la innovación suele llegar algo más tarde que en otros lados. Mientras Berlín ha incorporado ya con éxito a otras mujeres directoras -como la mexicana Alondra de la Parra-, esta ciudad de provincias bávara no había conocido en sus 145 años de historia una batuta femenina.
Asimismo como debutante acude a Bayreuth el director artístico y escénico de este "Holandés", el ruso Dmitri Tcherniakov, de 51 años, y artífice de un "Tristán e Isolda" estrenado en la Staatsoper Unter den Linden, la ópera nacional que dirige Daniel Barenboim.
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REGISTRO PREVIO Y NUBARRONES
La apertura de la temporada era, como todos los años desde tiempos de Richard Wagner, un 25 de julio. A los inconvenientes del registro previo y control de carnet de vacunación, etc, se añadieron los nubarrones amenazando tormenta. Algo que, en este julio, en que Alemania ha sufrido unas devastadoras inundaciones con más de 170 muertos, era más que un problema meteorológico.
"La obra de Richard Wagner conoce una solución para cada problema. Por eso no se hunde", comentaba Roman Kocholl, columnista del diario regional "Norbbayerische Kurier". Bayreuth ha conocido aperturas de temporada bajo diluvios o a temperaturas tórridas, en que en el interior del teatro se respiraba a 38 grados, recuerdan los asiduos al festival.
El año pasado se canceló por completo la temporada, en medio de una pandemia que paralizó la vida cultural durante meses. A eso se sumó una larga baja por enfermedad de la directora del festival y biznieta del compositor, Katharina Wagner, quien se reincorporó a su puesto el pasado otoño.
UN PROGRAMA MINIMALISTA SURGIDO DE LA INMINENCIA
Bayreuth no quería otra temporada en silencio. Las autoridades alemanas han seguido ante la pandemia la línea cautelosa de la canciller, Angela Merkel, compartida por el primer ministro bávaro, Markus Söder.
La incidencia de contagios está registrando un leve, pero continuo ascenso. Sigue a niveles bajos -10 casos en siete días por 100.000 habitantes, en el caso de Baviera-. Pero la organización del festival sigue la norma de la máxima prudencia y medidas de higiene.
Para cada gala se ha previsto un aforo máximo de 911 entradas -de las más de 2.000 del teatro-. Algo raro en un festival caracterizado no solo por sus incómodas y escuatas butacas, sino por la práctica inexistencia de huecos en un evento que hasta ahora se preció de agotar cada una de las localidades.
El festival esperaba de nuevo la presencia de Merkel, leal wagneriana desde sus tiempos de líder de la oposición, lo mismo que su esposo, el catedrático de Física Cuántica Joachim Sauer. Será previsiblemente su última visita aún como canciller, ya que se despide del poder tras las elecciones generales de septiembre.
El "Holandés errante" de Lyniv es el único estreno, también de acuerdo a lo habitual en Bayreuth. El resto de la temporada lo ocuparán la reposición de " Los Maestros Cantores de Núremberg" de Barrie Kosky y la del "Tannhäuser" de Tobias Kratzer.
Para el siguiente "Anillo del Nibelungo" habrá que esperar a 2022. Katharina Wagner decidió ya el año pasado postergar esta costosa producción, inicialmente prevista para 2021, ante la incertidumbre por la evolución de la pandemia.
Paliará algo la impaciencia de los wagnerianos el estreno de una "Valkiria", dirigida por el finlandés Pietari Inkinen, otra batuta joven para Bayreuth. La escenografía es del austríaco Hermann Nitsch e irá complementada por una serie de experiencias artísticas, al aire libre, con que ilustrar el resto de la tetralogía.
A dos batutas consagradas, las de Andris Nelsons y Christian Thielemann, les corresponderá dirigir los conciertos que completan la temporada de Bayreuth, por supuesto ceñidos a la norma: el programa incluye solo piezas del genial compositor, de acuerdo al teatro construido a su medida, en 1876.
