Apareciendo por sorpresa entre el público que ha llenado la Sala Mozart, la cantante ha entonado las primeras estrofas de 'Les jours heureux', uno de los grandes éxitos de su nuevo álbum nutrido durante el confinamiento, cuya letra nos recuerda que "desde la ventana, creemos que el mundo desaparece y los pájaros están allí".
Zaz ha regresado de este "invierno eterno" con una nueva energía que ha volcado en el escenario, donde ha estado acompañada de un quinteto de músicos que la han arropado con batería, teclados, contrabajo, bajo y guitarra.
Desde el principio, también ha permanecido junto a ella una vela que ha encendido entre aplausos para hacer más cálida todavía una escenografía en la que ha representado los cinco elementos, dejando claro que su favorito es el fuego.
Isabelle Geffroy (Tours, Francia, 1980) ha escogido para el comienzo del recital sus canciones más recientes, que representan un reencuentro con su esencia, después de que hace más de una década su primer disco la catapultara a la fama internacional.
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Ha vuelto a sus orígenes para engrandecerse con el diminutivo que da nombre a su quinto álbum, 'Isa'. El resultado es un disco que se le parece -generoso y resplandeciente- y del que ha regalado al público temas como 'Imagine', 'Ce que tu est dans ma vie' o 'À perte de rue'.
En un elegante peto de lentejuelas, la cantante ha ido introduciéndose en el resto de su discografía para hacer vibrar con el jazz manouche y el swing del que bebe en canciones como 'Que vendra', 'Laissez moi' o 'Comme ci, comme ça'.
"Vous êtes prêts?", ha preguntado a una audiencia ya entregada antes de arrancarse con 'Je veux', un grito rebelde a la vida en el que la artista recuerda que quiere "amor, alegría, buen humor" porque no es el dinero el que da la felicidad y lo que busca es, al fin y al cabo, "morir con la mano en el corazón".
Zaz, siempre simpática y dispuesta a conectar con su público, también ha dejado espacio a lo anecdótico. "Cuando era pequeña, mi madre era profesora de español", ha explicado, para rememorar uno de los mejores recuerdos de su infancia, cuando la Tuna de Ávila visitó su colegio.
"Los músicos se quedaron un rato con nosotros y me enseñaron a tocar la pandereta con mi cuerpo", ha dicho, gesticulando y percutiendo con las palmas sus extremidades, justo antes de hacer gala de su español con 'Clavelitos'.
El carisma y la personalidad de Zaz se han tornado en todo ternura al entonar temas como 'La tendresse', 'Si jamais j'oublie' o 'La fée'. "C'est joli!'", ha exclamado la vocalista al ver las linternas de los móviles que salpicaba el auditorio como si fueran luciérnagas.
Otro de los momentos más emotivos ha llegado antes de cantar 'Avec son frère'. "Con todo lo que sucede en el mundo, estamos indefensos, pero cuando cantamos canciones, creamos un entorno especial, que ya es algo", ha dicho Zaz, recordando a todos aquellos que tienen que abandonar su tierra y a su familia.
Un tema en el que ha desplegado toda su destreza vocal, junto a otros tan notables como 'Serendepia', 'Si je perds' o el de merecida fama 'Éblouie par la nuit', que ha interpretado tocando el 'hang', un instrumento de percusión melódico que consiste en una pieza esférica de metal.
Y, de nuevo, ha reaparecido como si de un truco de magia se tratara entre las butacas del público para cantar su enérgico 'On ira', marchándose tan lejos que no ha olvidado ni a los espectadores del gallinero.
Su bis ha consistido en una reaparición estelar con 'La vie en rose'. "No es mía, pero es un poco como mía", ha dicho entre bromas de que le había "robado" la canción a Édith Piaf.
Pero, aunque Zaz no vive la vida en rosa, invita a mirarla a todo color y con pura sensibilidad. Tal y como ha concluido en concierto, con un homenaje a la fortaleza del ser humano, que incluso en los momentos más duros encuentra "el milagro dentro de sí mismo".
Tras Zaragoza, 'Organique Tour', todavía le llevará el jueves al Auditorio de Barcelona y el sábado al Black Music Festival de Gerona, antesala de su gran cita en el emblemático Royal Albert Hall de Londres. Porque Zaz es mucha Zaz. O, simplemente, mucha Isa.
