"Para la 70 edición, Viena aspira a crear un evento que combine emoción, hospitalidad y el más alto nivel de profesionalismo. En 2015, Viena demostró de forma impresionante que podía cumplir con este estándar", dijo a EFE el director de la Oficina de Turismo de Viena, Norbert Kettner.
Inmediatamente después de la victoria de JJ, la capital austríaca, de más de dos millones de habitantes, anunció que estaba lista para volver a ser el escenario del célebre certamen.
Así las cosas, ha presentado su candidatura bajo el lema '¿Bailamos Europa?', alegando en su favor la experiencia adquirida como ciudad anfitriona en 2015, tras la victoria de Conchita Wurst.
Kettner recuerda que el espectáculo vienés fue calificado entonces como "el Festival de Eurovisión más acogedor de todos los tiempos".
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Al igual que hace 11 años, el concurso de cantantes tendría lugar en el auditorio municipal Stadthalle, con capacidad para 16.000 personas, según los planes de la candidatura vienesa.
Además, resalta el director de Turismo, Viena cuenta con 82.000 camas disponibles en 400 hoteles y excelentes conexiones de transporte público, así como un aeropuerto internacional con vuelos directos a 190 destinos.
Innsbruck, 'Juntos en la cima'
Pero Viena afronta una importante rival: Innsbruck, la capital de la región del Tirol, en el oeste del país, compite con su entorno alpino bajo el lema 'Juntos en la cima'.
Acoger el certamen supondría para esta ciudad un beneficio de 58 millones de euros, según la Cámara de Comercio del Tirol.
La capital de Tirol también tiene experiencia acogiendo eventos internacionales como los Juegos Olímpicos de Invierno en 1964 y 1976.
En caso de que Innsbruck fuera la ciudad elegida, la 70 edición del Festival de Eurovisión coincidiría con el 50 aniversario de los Juegos Olímpicos de Invierno que albergó.
El certamen se celebraría en el complejo deportivo Olympiahalle, situado a quince minutos del centro de la ciudad, utilizado para las competiciones deportivas olímpicas, con capacidad para 12.000 personas.
Esta urbe de 132.000 habitantes es uno de los principales destinos turísticos Austria, por lo que cuenta con alrededor de 23.000 alojamientos y más de 340.000 camas.
En cuanto al presupuesto, un tema que se ha discutido en Austria desde mayo debido a la recesión económica que vive el país, será más reducido que los 37 millones que se gastó Basilea en la edición de este año.
El Ayuntamiento de Innsbruck estimó hace un mes que requeriría un presupuesto en torno a los 20 millones de euros, monto superior a los 15 millones que se gastó Viena en 2015.
Por su parte, Kettner aseguró que en el caso de Viena el presupuesto será inferior a los 37 millones, aunque declinó hablar de una cifra concreta y se limitó a recordar que la ciudad no necesitaría crear nuevas infraestructuras para el evento.
Austria se encuentra por tercer año en recesión y en medio de una crisis presupuestaria, con un déficit de un 4,5 % del producto interior bruto (PIB) este año, lo que ha obligado al Gobierno a poner en marcha una serie de medidas de austeridad valoradas en varios miles de millones de euros.
Esas medidas de ahorro afectan también al ente público de radio y televisión, ORF, encargado de organizar el Festival de Eurovisión en 2026.
Tras manifestar también el deseo de acoger el certamen, las dos mayores ciudades después de Viena, Graz y Linz, se retiraron de la carrera debido a la falta de presupuesto para adaptar su infraestructura a las necesidades del evento.
