La nueva película del director británico Gareth Edwards – realizador del Godzilla de 2014 y Rogue One, la precula de Star Wars de 2016 – es una radiografía bastante elocuente de sus fortalezas y debilidades como cineasta: su verdaderamente asombroso talento a la hora de crear imágenes de gran escala y alto impacto; su capacidad de dar peso y tangibilidad a espectáculos de efectos visuales; y su falta de una mano más hábil a la hora de darles resonancia emocional a sus historias.
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Resistencia trascurre en un futuro en que Estados Unidos y el resto de Occidente están en guerra con inteligencias artificiales a las que culpan de una explosión nuclear en Los Ángeles. Joshua (John David Washington), un exsoldado, accede a acompañar una misión militar al este de Asia, donde las IA y la humanidad conviven, para buscar y neutralizar al enigmático creador de un arma que podría ganar la guerra para los robots.

La historia es, a grandes rasgos, de una alegoría bastante tosca del imperialismo estadounidense, evocando con la ambientación asiática de la película el antecedente histórico de la guerra en Vietnam, pero reduce un tema bastante interesante a una cuestión decepcionantemente binaria, blanca y negra.
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Por un lado, es admirable ver una producción hollywoodense de alto presupuesto con aspiraciones de “blockbuster” ser tan poco ambigua en su retrato de Estados Unidos como una fuerza antagónica y opresiva.
Edwards presenta a las fuerzas estadounidenses en la película como una versión más realista del Imperio Galáctico de Star Wars – que también tenía originalmente bastante influencia de la entonces reciente guerra en Vietnam –, una máquina productora de muerte a escala industrial que hace llover bombas atómicas desde Nomad, la estación espacial que hace las veces de Estrella de la Muerte en la película.

Sin embargo, su exploración de ese pozo de ideas potencialmente estimulantes es tan playa y carente de matices que resulta difícil de aceptar como la reflexión seria de temas filosóficos, políticos y sociales que claramente quiere ser bajo su carcaza de ciencia ficción. Cada vez que la película se acerca peligrosamente a una oportunidad de darle profundidad y complejidad a su conflicto y a sus personajes, la esquiva con la gracia y agilidad de un atleta olímpico, a lo que tampoco ayuda que en general las actuaciones sean robóticas incluso cuando claramente no se supone que lo sean.
Y, sin embargo, Resistencia acaba valiendo la pena, casi exclusivamente gracias al despliegue visual que hace.
Quizá sea más que nada una reacción a lo generalmente malas que están siendo últimamente la mayoría de las grandes películas de ciencia ficción de Hollywood – con excepciones como Duna o Avatar: El camino del agua – en lo visual, pero resulta minimizar muchos defectos cuando una película como Resistencia, que combina de forma creíble efectos digitales y entornos reales en vez de parecer que fue filmada exclusivamente frente a pantallas verdes con una capa de humo digital agregada en post-producción.
Edwards pone a buen uso su talento para crear composiciones y cuadros que se sienten enormes – apoyándose en el excelente director de fotografía Greig Fraser, fácilmente uno de los exponentes más emocionantes de ese arte cinematográfico de la actualidad -, creando vastos panoramas en que monstruosidades tecnológicas se ciernen amenazantes sobre los campos y montañas de Asia.

Ya en Godzilla y en Rogue One era evidente que Edwards entiende la importancia del contraste para vender escala, y continúa aplicando esa lección en Resistencia, asegurándose de que casi todas las tomas que incluyen a mega vehículos militares y otras super estructuras también incluyan a personajes de tamaño humano para que el espectador tenga un marco de referencia para entender las dimensiones titánicas de lo que hay en pantalla.
Y más allá de la escala, el mundo del filme se siente tangible y real incluso en sus ambientes más futuristas. Una parte de la película trascurre en una ciudad que es básicamente igual a todas las urbes futuristas de historias “cyberpunk” que hemos visto desde Blade Runner, pero porque hay un esfuerzo de lograr que ese entorno se sienta auténtico y vivo, acaba siendo más emocionante de ver que básicamente cualquier otra ciudad futurista o espacial similar en cualquier película de los últimos años.
Resultaría difícil recomendar Resistencia por su historia o personajes, pero en lo visual acaba siendo una de esas películas que justifican plenamente la entrada para verla en una pantalla gigante.
Calificación: 3/5
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RESISTENCIA
Título original: The Creator
Dirigida por Gareth Edwards
Escrita por Gareth Edwards y Chris Weitz
Producida por Gareth Edwards, Kiri Hart, Arnon Milchan y Jim Spencer
Edición por Hank Corwin, Scott Morris y Joe Walker
Dirección de fotografía por Greig Fraser
Banda sonora compuesta por Hans Zimmer
Elenco: John David Washington, Madeleine Yuna Voyles, Gemma Chan, Allison Janney, Ken Watanabe, Sturgill Simpson, Amar Chadha-Patel, Marc Menchaca, Veronica Ngo, Ralph Ineson
