Tarantino desencadenado

Quentin Tarantino confecciona en “Django Sin Cadenas” una reverencia al género “western” aderezada con todo lo que, teniendo en cuenta su filmografía, se puede esperar del director.

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“Django Sin Cadenas”, su nueva película, ciertamente tiene todos esos elementos clásicos de Tarantino, pero de nuevo la ejecución es simplemente impecable, y añade un título más a una filmografía repleta casi exclusivamente de excelentes películas.

El filme se desarrolla algunos años antes de la Guerra Civil norteamericana, y tiene por protagonista a Django (Jamie Foxx), un esclavo que es liberado por un cazarrecompensas alemán llamado King Schultz (Christoph Waltz), quien lo necesita para localizar e identificar a tres de sus objetivos, a quienes Django conoce. A cambio de su ayuda, el alemán promete a Django darle su libertad, y ayudarlo a hallar a su esposa, también esclava, que ha sido vendida a una plantación del sur.

Como es habitual en Tarantino, la postura de homenaje se establece literalmente desde el primer segundo de metraje, con el logo retro de Columbia Pictures, seguida de una introducción con créditos que bien podrían haber salido de clásicos del género de la década del ’60. Por supuesto, el director mantiene estos homenajes a menudo con frecuentes “zooms” de los que ya nunca se ven, ángulos específicos y demás herramientas visuales que el director viene empleando bastante a menudo desde la saga “Kill Bill”.

Igualmente, otra de las características del director, una banda sonora ecléctica llena de distintos géneros musicales, también se halla presente con canciones que van desde los clásicos temas al estilo de Ennio Morriconne que uno esperaría del género, hasta potentes baladas de soul, pasando por géneros tan dispares como el hip hop.

Una de las bases de cualquier película de Tarantino es un elenco de personajes inolvidable, y “Django” no es la excepción. Jamie Foxx hace un excelente trabajo como el protagonista, un hombre decidido a todo con tal de lograr el rescate de su esposa; sin embargo, Django es definitivamente el personaje menos curioso y extravagante de los que componen el elenco principal del filme, y quizá pierde un poco de brillo a la sombra de otros como el villano Calvin Candie.

Hablando de Candie, uno puede notar claramente que Leonardo DiCaprio se estaba divirtiendo con la oportunidad de interpretar a un villano total y completamente detestable, en un momento hablando con tono engreído y controlado para, al momento siguiente, explotar en gritos desaforados, secundado por un Samuel L. Jackson no menos odioso –y lo digo como un elogio- como el manipulador Steven, un esclavo de confianza de Candie. El resto del elenco también está lleno de actuaciones notables, como la de Don Johnson –el recordado Sonny Crockett de la serie “Miami Vice”- en el papel de un terrateniente sureño.

Sin embargo, el verdadero dueño de esta película se llama Christoph Waltz. El actor austríaco que el propio Tarantino presentó al gran público mundial con “Bastardos Sin Gloria” (2009), donde le tocaba interpretar a un endiabladamente inteligente y peligroso coronel nazi, en esta ocasión da un giro total e interpreta al firme y letal pero bondadoso Schultz, un personaje que puede ser cálido al mismo tiempo que despiadado, y que gracias al excelente guión de Tarantino y el brillante trabajo de Waltz –de más está decir que ambos se merecen con creces los premios Óscar que ganaron el pasado domingo- resulta siempre creíble; creo no exagerar al decir que la película, de por sí ya muy buena, gana muchísimo en cada escena que tiene a Waltz.

La mezcla de Waltz y Foxx, con no poca química juntos en pantalla, se presta para unas inspirada interacciones de mentor y alumno, haciendo de simples conversaciones –como la de Schultz contando a Django una popular fábula alemana, una escena en la que actores y guión brillan con particular luz- momentos tan memorables como las escenas de violencia.

Y hablando de las escenas de violencia, algo fácil de olvidar con el alto contenido de conversaciones de los filmes de Tarantino es que el cineasta de Texas es también un excelente director de escenas de acción. Un increíblemente sangriento tiroteo cerca del final de la película se destaca como uno de los mejores intercambios cinematográficos de balas en la memoria reciente; la cámara se ubica en los lugares exactos en los que tiene que estar, se mueve de la forma correcta y la edición está realizada de forma perfecta para amplificar al máximo el impacto de cada bala en cada cuerpo, la adrenalina y la tensión.

En una época en la que las escenas de acción se han convertido en un desastre de planos muy cerrados, cámaras epilépticas y cortes cada segundo para esconder la falta de destreza o de presupuesto, una escena como la que describí –que poco tiene que envidiar al apoteósico y multitudinario duelo de espadas del primer “Kill Bill”- es un soplo de aire fresco.

Pero con todo su humor negro y violencia exagerada, “Django Sin Cadenas” toca uno de los capítulos más penosos de la historia de los Estados Unidos, la época de la esclavitud, y de la misma forma en que no se guarda nada al mostrar de forma gráfica la venganza de Django, tampoco duda en mostrar de lleno la crueldad a la que eran sujetos los esclavos por parte de sus amos: más allá de los azotes con látigo, el filme incluye atrocidades como peleas de esclavos a muerte para entretenimiento de sus amos y ejecuciones a manos de perros.

En manos de un director menos capaz, tal contraste entre el humor negro y la violencia casi caricaturesca con los aspectos más trágicos del filme se verían como una mezcla incómoda en el mejor de los casos y como una falta de respeto en el peor, pero Tarantino juega sus cartas inteligentemente, favorecido por el hecho de no necesitó exagerar mucho al mostrar la violencia contra los esclavos. Aparentemente, es uno de esos casos en que la ficción difícilmente puede superar a la realidad.

La única conclusión a la que puedo llegar es que “Django Sin Cadenas” es un fantástico ejemplo de buen cine, de lo mejor de una destacada filmografía y ciertamente de lo mejor que tenemos en cartelera por estos días.

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DJANGO SIN CADENAS (Django Unchained)

Dirigida por Quentin Tarantino

Escrita por Quentin Tarantino

Producida por Reginald Hudlin, Pilar Savone y Stacey Sher

Edición por Fred Raskin

Dirección de fotografía por Robert Richardson

Elenco: Jamie Foxx, Christoph Waltz, Leonardo DiCaprio, Samuel L. Jackson, Kerry Washington, Walton Goggins, Don Johnson, Dennis Christopher y Laura Cayouette

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