“Los ataques estadounidenses contra mí son un honor”, dijo Francisco, en alusión a sus detractores, que lo acusan de moderar la posición de la Iglesia.
Hace un año, el arzobispo italiano Carlo Maria Vigano provocó un escándalo al pedir, junto con otros jerarcas católicos ultraconservadores, la renuncia del Papa por encubrir abusos sexuales en la Iglesia.
Monseñor Vigano, nombrado nuncio en Washington en 2011, acusó a Francisco de haber ignorado los presuntos abusos cometidos durante décadas por el excardenal estadounidense Theodore McCarrick. El prelado, expulsado en febrero, era uno de los cardenales estadounidenses con más proyección internacional y fue muy influyente para recaudar fondos para la Santa Sede.
“En un contexto informal, el Papa quiso decir que siempre considera como un honor las críticas, especialmente cuando provienen de personas autorizadas y, en este caso de un país importante”, matizó el nuevo portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, para minimizar el efecto de las declaraciones del sumo pontífice.
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Nicolas Seneze, vaticanista del diario francés La Croix y autor del libro Les mots du pape (Las palabras del Papa), por su parte, dijo que estas afirmaciones de Francisco muestran que “no tiene intención de cambiar sus ideas fundamentales”.
Seneze explicó que su libro “cuenta un año pasado particularmente difícil para el Papa, durante el cual un sector ultraconservador del catolicismo estadounidense intentó hacerlo dimitir”.

