El próximo 11 de diciembre termina el plazo, y el último intento, para que la Knéset elija a un candidato con apoyos necesarios (61 de 120) para intentar formar ejecutivo en Israel, después de que, primero Netanyahu y después Gantz, fracasaran en el intento tras lo comicios de septiembre.
De no conseguirlo, se convocarán automáticamente unas terceras elecciones, previsiblemente para el 25 de febrero.
El partido de Netanyahu, el derechista Likud, criticó que la formación Azul y Blanco de Gantz no busque una alternativa “creativa” al “veto” que considera le está imponiendo al primer ministro, y que consistiría en el que el jefe del Gobierno en funciones, acusado de corrupción por el fiscal general del Estado, estuviera al frente del Ejecutivo en la segunda mitad de la legislatura y una vez se hubiera resuelto su situación legal.
Por su parte, la coalición centrista considera que “no se ha puesto sobre la mesa ninguna propuesta nueva que sea acorde con su situación legal actual o pérdida electoral” (el Likud es el segundo partido más votado después de Azul y Blanco), declaró la formación en un comunicado.
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Además, dijo que Netanyahu “se negó a comprometerse a adherirse a los principios fundamentales del gobierno o a evitar la inmunidad personal”, que puede solicitar al Parlamento por su cargo de primer ministro antes del 1 de enero.
El Likud aseguró que este tema no había sido abordado en la reunión: “Estas son las excusas de Gantz para evitar un gobierno de unidad, solo porque Yair Lapid (el segundo de Azul y Blanco) no está dispuesto a hacerlo”, valoró.
Para Gantz, el turno en la rotación de la jefatura del Gobierno ha sido uno de los escollos de las negociaciones y, después de que el fiscal general del Estado formalizara la acusación de Netanyahu el 22 de noviembre por delitos de cohecho, fraude y abuso de confianza, descarta que este lidere el primer término.
