Joe Biden puso manos a la obra hacia su investidura el 20 de enero cumpliendo lo que anunció el sábado en su discurso de victoria: abordando la crisis sanitaria y económica desatada por el nuevo coronavirus, promesa central de su campaña.
“Hoy comienza este trabajo”, dijo el exvicepresidente de Barack Obama, en una breve alocución desde su feudo de Wilmington, Delaware, tras realizar una sesión informativa virtual con la futura vicepresidenta, Kamala Harris, y su recién nombrado consejo asesor para luchar contra el virus.
En contraste con el mandatario republicano, acusado de haber minimizado desde el primer día la pandemia e ignorado los consejos de su propia célula de crisis contra el covid-19, el político demócrata aseguró que su gobierno estará guiado por la ciencia.
Por eso, insistió en el consejo número uno de los expertos para evitar contagios: el tapabocas, “el arma más potente” disponible por ahora.
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“Por favor, les imploro, usen una máscara... Háganlo por ustedes. Háganlo por su vecino. Una máscara no es un gesto político”, afirmó, en alusión a la reticencia de muchos seguidores de Trump a cubrirse el rostro.
El tema de la mascarilla estuvo muy politizado antes de los comicios del 3 de noviembre, en los que, prueba de la profunda polarización en el país, Biden obtuvo unos 75 millones de votos y Trump, unos 71 millones.
Estados Unidos, el país más golpeado del mundo por la pandemia, superó el lunes el umbral de los 10 millones de casos de covid-19 desde el inicio de la pandemia, según el conteo de la Universidad Johns Hopkins.
El covid-19 deja más de 237.000 muertos y no da señales de desaparecer: desde hace varios días el país registra 100.000 casos nuevos cada 24 horas.
Más temprano, Biden celebró como un motivo de “esperanza” la noticia de que una vacuna desarrollada por la farmacéutica estadounidense Pfizer y la alemana BioNTech haya demostrado una eficacia del 90% contra el virus, aunque advirtió que aún queda una larga batalla por delante.
Despido del jefe del Pentágono
Trump también saludó con un tuit en mayúsculas la “gran noticia” de la vacuna y la “fuerte alza” de las bolsas.
Pero Trump, en una postura sin precedentes para un presidente estadounidense, sigue sin reconocer el triunfo de su rival, insistiendo en las acusaciones de fraude. Pero aunque su equipo ha recurrido a los tribunales, no se han conocido pruebas de irregularidades significativas.
Los resultados oficiales de las elecciones publicados el sábado demuestran que Biden tiene una ventaja insuperable con el escrutinio finalizado en casi todo el país. Y aunque los resultados finales certificados pueden demorar semanas, no se espera que cambien de manera significativa.
Pero el líder de la mayoría republicana del Senado, Mitch McConnell, mantuvo este lunes su apoyo a Trump y afirmó que el mandatario “está en su derecho a investigar las denuncias de irregularidades” en las elecciones.
En una decisión esperada, pero que generó suspicacias en este contexto, Trump anunció en Twitter la salida del secretario de Defensa.
“Mark Esper fue despedido. Le agradezco su servicio”, escribió al señalar que será reemplazado por el director del Centro Nacional de Contraterrorismo, Christopher Miller.
Las relaciones de Trump con el jefe del Pentágono se habían tensado desde junio, cuando Esper se opuso públicamente al despliegue del ejército para sofocar las protestas contra el racismo que estallaron en el país por la muerte de un afroestadounidense a manos de un policía blanco.
Transición aún bloqueada
Sin mencionar a Trump, Biden, de 77 años, avanza en las preparaciones para asumir el cargo: lanzó en internet el sitio BuildBackBetter.com (Reconstruir mejor) y abrió cuentas en Twitter para este período previo a su llegada a la Oficina Oval.
Pero el gobierno de Trump no se ha atenido a la cooperación tradicional esperada hacia el equipo de Biden, negándole hasta ahora el paquete de transferencia de poder, que incluye oficinas y un presupuesto.
Mientras la Administración de Servicios Generales (GSA en inglés), cuya jefa fue designada por Trump, no notifique que Biden es el presidente electo, no puede iniciarse el proceso con las oficinas del gobierno.
Biden ya cuenta con al menos 279 votos electorales, nueve más de los necesarios para ganar la Casa Blanca. Trump tiene 214.
El final de la carrera aún no se había declarado el lunes en cuatro estados: Alaska, Arizona, Georgia y Carolina del Norte. Pero incluso si Trump superara a Biden en todos ellos no le alcanzaría para llegar a 270.
“Debemos seguir respetando el proceso”, dijo la reelegida senadora republicana Susan Collins al felicitar a Biden. “Él ama a este país, y le deseo todo el éxito”.
