Más de 18.000 personas murieron o desaparecieron, barridas por la gigantesca ola, y decenas de miles tuvieron que huir de las regiones que se volvieron inhabitables a raíz de las radiaciones.
Los avances hacia el desmantelamiento de la planta, que se prolongará al menos hasta mitad de siglo, siguen en fase inicial, mientras que un 2,4% de la superficie de la prefectura, la tercera mayor de Japón, sigue designada como “zona de difícil retorno” y más de 36.000 personas continúan desplazadas.
El 11 de marzo de 2011 un terremoto de 9 grados en la escala de Richter (que indica un sismo con gran destrucción) sacudió la costa noreste de Japón.
El temblor dejó sin suministro eléctrico primario a la central nuclear de Fukushima Daiichi.
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Minutos después un tsunami barrió la planta y sus generadores de emergencia, dejando sin refrigeración los tres reactores que estaban operativos.
Al día siguiente, se registra una explosión en el edificio del reactor 1, por la acumulación de hidrógeno.
El Gobierno amplía la zona de evacuación, de tres, a diez kilómetros a la redonda.
El 13 de marzo, una nueva explosión, esta ve en el edificio del reactor 3. Se amplían la evacuación a 20 kilómetros, que afecta a 210.000 personas.
El 15 de marzo sucede otra explosión, en el edificio del reactor 2 y dos incendios en el del 4.
Aumentan las emisiones radiactivas y declaran zona de exclusión aérea en 30 kilómetros a la redonda.
La Agencia de Seguridad Nuclear elevó la gravedad del accidente al nivel 7, el máximo en la escala INES.
La empresa TEPCO confirma que gran parte del combustible en el interior de los tres reactores se fundió tras el accidente.
El 16 de diciembre, la presión y temperatura del reactor alcanzan al fin niveles normales y seguros.