Se trata del cometa 2IBorisov, observado el 30 de agosto de 2019 por un aficionado ucraniano, Gennady Borisov.
Por su trayectoria, los científicos dedujeron que no podía venir del interior del Sistema Solar y que por lo tanto se trataba de un cometa único. El equipo internacional trabajó con el telescopio VLT del Observatorio Europeo Austral (ESO) de Chile. Empleó la técnica de polarización, que permite deducir estos datos a través de la luz que se refleja. A Borisov solo se le parece otro cometa nativo del Sistema Solar, el célebre Hale-Bopp, observado en 1995.