Este martes, el viceministro polaco de Exteriores, Marcin Przydacz, confirmó que la deportista se encontraba aún en la embajada polaca y que se espera que viaje a Polonia mañana.
Cuando la corredora bielorrusa de 24 años se negó a embarcar en el vuelo que, por órdenes de su gobierno, le llevaría de vuelta a Minsk desde Tokio, donde participaba en los Juegos Olímpicos, recibió ofertas de asilo de República Checa y de Polonia.
Sin embargo, Tsimanouskaya tardó poco en decantarse por el ofrecimiento de Varsovia y pidió a la policía nipona que la llevase a la embajada polaca.
Junto con las repúblicas bálticas, Polonia ha impulsado ante sus socios de la Unión Europea la implantación de severas sanciones contra Minsk, tanto por las presuntas irregularidades en las últimas elecciones presidenciales como por la represión a la oposición democrática.
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Przydacz, además de garantizarle la concesión inmediata de un visado, difundió en sus redes sociales mensajes en inglés que anunciaban el deseo de Varsovia de acoger a la deportista y criticaban al régimen de Lukashenko. Ofreció asimismo a la velocista continuar su carrera deportiva en Polonia.
Tsimanouskaya se destacó por criticar al gobierno de su país tras las protestas por las controvertidas elecciones del año pasado, con las que Lukashenko se perpetuó en el poder. Pasará ahora a formar parte de diáspora bielorrusa en Polonia, que cuenta con apoyo legal, diplomático y económico por parte del Gobierno para desarrollar sus actividades políticas.
Sviatlana Tsikhanouskaya, la líder de la oposición democrática bielorrusa exiliada en Lituania, ha sido recibida en dos ocasiones por el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, que le hizo entrega de las llaves de las oficinas en Varsovia que hacen de sede política oficiosa del exilio bielorrusa.
Además, la plataforma de redes sociales Nexta está radicada desde hace años en Varsovia y desde allí coordina y difunde información y protestas organizadas contra Lukashenko.
Nexta comenzó como un canal de YouTube creado por el joven Stepan Putilo en 2015 mientras estudiaba cine en Katowice (sur de Polonia). Se dio a conocer internacionalmente al jugar un papel fundamental en la organización de las manifestaciones de agosto de 2020 en Bielorrusia.
Tras la detención en mayo del activista bielorruso Román Protasevich, que viajaba en un vuelo comercial obligado a aterrizar en Minsk, Polonia mantiene la prohibición del uso de su espacio aéreo a todos los vuelos operados por aerolíneas de Bielorrusia.
En marzo, Bielorrusia expulsó a un diplomático polaco de la embajada en Minsk y al día siguiente Polonia reaccionó haciendo lo propio con un delegado bielorruso.
Ese mismo mes, el Senado polaco adoptó una resolución en apoyo de la Unión de Polacos en Bielorrusia (ZPB), una organización con unos 20.000 residentes de ascendencia polaca en Bielorrusia, y que fue ilegalizada por "actuar bajo instrucciones del gobierno polaco para desestabilizar el país", según Minsk.
CAMBIO DE RUMBO Y TENSIONES CON LA UE
La posición de Polonia respecto a Bielorrusia se produce en un momento de fuertes tensiones entre Varsovia y Bruselas en materia de derechos del colectivo LGTB, libertad de prensa y reforma judicial.
Según recordaba recientemente Agnieszka Bienczyk-Missala, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Varsovia, en declaraciones al diario "Rzeczpospolita", "la posición del gobierno polaco ha basculado significativamente en los últimos tiempos y no siempre ha sido tan proclive a defender a la oposición democrática".
"En 2016, Polonia cometió el error de adoptar una política de diálogo con Lukashenko", añadía, en relación al encuentro entre Morawiecki y Lukashenko, orientado a una mayor cooperación económica bilateral.
APOYO LEGAL Y ECONÓMICO A LA OPOSICIÓN
Tanto Bielorrusia como Rusia han acusado a Polonia de "interferir en los asuntos internos" y "violar las normas aceptadas del Derecho internacional", según dijo en septiembre del año pasado María Zajárova, la portavoz de Exteriores del Kremlin.
Varsovia mantiene un programa de protección legal y ayuda económica a inmigrantes bielorrusos, que obtienen alojamiento, atención sanitaria y manutención, así como lecciones de polaco.
La Oficina de Extranjería polaca ha recibido en lo que va de año 282 peticiones de asilo por parte de ciudadanos de Bielorrusia, la nacionalidad más numerosa entre las que han optado a este tipo de protección.
Entre agosto y octubre del año pasado, cerca de 700 ciudadanos de Bielorrusia se acogieron al programa de bienvenida del gobierno polaco, según aseguró el viceministro de Interior, Bartosz Grodecki.
De ellos, unos 400 obtuvieron un visado humanitario, que garantiza un año de estancia y protección legal en Polonia y es tramitado de manera rápida y simplificada.
Otros 119 consiguieron un visado para empresarios bajo el programa gubernamental "Polonia, puerto de los negocios", dirigido a inmigrantes bielorrusos y ucranianos que deseen desempeñar actividades empresariales en este país. 64 personas que atravesaron irregularmente la frontera polaca desde suelo bielorruso vieron sus casos examinados de manera individual y aceptados como residentes legales.
