En un vídeo colgado en su cuenta de Twitter por el vulcanólogo del Instituto Geográfico Nacional español (IGN) Rubén López, se observa roca incandescente en un hoyo de escasa profundidad, en el cráter sureste del volcán.
La cámara termográfica del equipo del IGN en esa isla del archipiélago español de las Canarias reveló que las rocas estaban a 974 grados centígrados, precisa López.
Con el paso de las semanas, se han ido levantando las restricciones en la zona afectada por el volcán, pero las autoridades advierten de que persisten algunos peligros.
Uno es la emisión de gases tóxicos que se ha detectado en varios puntos de las coladas; otro, la presencia de material que sigue extremadamente caliente bajo la costra ya solidificada.
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Durante sus 85 días de actividad, desde el 19 de septiembre hasta que el 25 de diciembre se declaró oficialmente el fin de la erupción, el volcán expulsó toneladas de cenizas, gases y lava, que llegó al mar formando dos deltas lávicos y que obligó a evacuar a miles de personas.
Además, el magma invadió miles de hectáreas, destruyendo edificaciones, cultivos y todo lo que encontraba a su paso.
