"La mayoría de expertos cree que las variables norcoreanas, que solían ser como un cliente fijo cada vez que había elecciones, no tienen efectos tangibles sobre estos próximos comicios, y estoy de acuerdo con esa perspectiva", explica Cho Dong-youn, profesora del departamento de Estudios Militares de la Universidad Seokyeong.
Con "variables" se refiere a los episodios relacionados con el Norte que se han repetido durante décadas en la antesala de convocatorias electorales en el Sur -desde rencillas fronterizas provocadas explícitamente por Seúl y Pionyang a pruebas de armamento norcoreano- y que han buscado tener un efecto en los votantes.
En este caso, esas "variables" vendrían a ser el número récord (nueve) de test de misiles que el régimen norteño ha llevado a cabo desde enero y que muchos expertos creen que no buscan condicionar a unos votantes en el Sur ya más que acostumbrados a las turbulencias relacionadas con el país vecino.
En esta ocasión, los expertos coinciden en señalar, además, la sensación de hartazgo y "déjà vu" del electorado surcoreano después de que los cinco años de políticas de acercamiento y generosidad para con el Norte del aún presidente Moon Jae-in no hayan traído ni la reconciliación ni el desarme y se cierren ahora con mensajes hostiles del régimen y las relaciones bilaterales en punto muerto.
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El caso es que Corea del Norte ha ocupado menos espacio del habitual en los actos de campaña de los dos principales candidatos, el conservador Yoon Suk-yul y el liberal Lee Jae-myung, que llegan a los comicios prácticamente empatados en las encuestas.
"Los principales temas que están empujando a los surcoreanos a las urnas, y las principales diferencias entre partidos, son cómo encarar la crisis del mercado laboral, el estancamiento económico y la pandemia", afirma Darcie Draudt, doctora en ciencias políticas del Instituto Coreano de la Universidad George Washington.
"Aunque los dos candidatos hayan expresado sus diferencias sobre cómo lidiar con Corea del Norte, para el votante común esto queda en segundo plano", añade.
Yoon ha hablado de la necesidad de armar bien al país dejando al mismo tiempo la puerta abierta al diálogo, mientras que Lee apuesta por una senda similar a la del actual presidente Moon Jae-in y ha destacado lo idóneo que sería relajar las sanciones que pesan sobre Pionyang.
"La situación va a depender enteramente de Corea del Norte. Si Corea del Norte dice 'queremos diálogo', cualquiera de los dos Gobiernos que saliera elegido aceptaría ahora mismo", explica Ramón Pacheco Pardo, doctor en Relaciones Internacionales del King's College de Londres.
Pacheco Pardo estima a su vez que Corea del Norte "realmente necesita normalizar relaciones con EE.UU." y, por ello, "aunque ganen los conservadores en el Sur, creo que intentarían abrir una ventana de diálogo".
"No es incorrecto decir que a Pionyang no parece importarle qué partido controlará la Casa Azul (la residencia presidencial)", apunta Evans Revere, exdiplomático del Departamento de Estado de EE.UU. especializado en Asia Oriental y asesor del grupo Albright Stonebridge.
Evans considera que los objetivos de Corea del Norte pasan ahora por "fortalecer sus arsenales nucleares y de misiles balísticos, mejorar lo que llama su factor de 'disuasión', obtener la aceptación internacional de su condición de Estado con armas nucleares de facto y convencer u obligar a EE.UU. a poner fin a las sanciones y a abandonar la península".
Cho se muestra de acuerdo en esto y señala que "las recientes pruebas de misiles de Corea del Norte tienen como meta principal cumplir los objetivos de Kim Jong-un de adquirir nuevas capacidades militares, más que condicionar las elecciones surcoreanas".
"Creo que Kim se centrará en cumplir con su lista de prioridades en materia de capacidad militar anunciada en el octavo Congreso del Partido de los Trabajadores de enero de 2021 mientras sigue de cerca la política interna en Corea del Sur y la escena internacional, particularmente en Ucrania", añade la académica de Estudios Militares.
Pero, ante todo, el principal factor a tener en cuenta es cómo va a seguir afrontando la pandemia Corea del Norte este año, ya que de momento el acceso de personas al país permanece completamente vetado y Pionyang no ha dado muestras de aceptar ningún envío de vacunas. Es, junto con Eritrea, el único país que no ha notificado ni una sola inoculación a la OMS.
Ante el actual escenario, en el que prima la paranoia y el hermetismo total, es impensable que Pionyang pueda convocar ningún encuentro interpersonal para un diálogo de alto nivel, y menos una cumbre entre el líder Kim Jong-un y un gobernante foráneo.
"Si Corea del Norte mantiene esta estrategia entonces nada va a cambiar en absoluto", sentencia Pacheco Pardo.
