"El M23 (...) informa al público de su decisión de retirarse, una vez más, de las posiciones recientemente ocupadas a sus posiciones defensivas previas al 6 de abril de 2022", fecha en la que se reavivaron los enfrentamientos después de que el grupo hubiera declarado un alto el fuego unilateral el 1 de abril, dijeron los rebeldes en un comunicado.
Tomaron esta decisión "para que sus preocupaciones puedan ser abordadas a través de un diálogo franco y fructífero con el Gobierno de la RDC", agrega el comunicado.
Asimismo, el grupo subrayó su intención de "entregar" todos los soldados del Ejército congoleño capturados al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
Los enfrentamientos estallaron el 28 de marzo, después de que las Fuerzas Armadas congoleñas lanzaran ataques contra las bases del grupo en el territorio de Rutshuru, que pertenece a la provincia de Kivu del Norte (noreste).
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Durante los combates, el M23 llegó a tomar el control de cinco localidades de la zona.
A pesar del anuncio del grupo, líderes de la sociedad civil confirmaron hoy a Efe que el M23 ha tomado de nuevo algunos pueblos pueblos -después de los avances del Ejército congoleño esta semana- y que los enfrentamientos continúan en la zona.
"Hemos sabido que los milicianos del M23 han retomado las localidades de Rubinga, Munyanyra y Mutora mientras los combates se concentran actualmente en Karomba y Bunagana, que aún están en las manos de nuestro Ejército", señaló a Efe el vicepresidente de la sociedad civil de Rutshuru, Edgard Mateso.
A causa de la violencia, unas 46.000 personas abandonaron sus hogares la semana pasada, según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), incluyendo 10.000 que cruzaron la frontera con Uganda como refugiadas.
Además, un helicóptero de la ONU con ocho cascos azules fue derribado, una acción de la que ambos bandos se han acusado mutuamente.
El M23 se creó el 4 de abril de 2012, cuando soldados del Ejército congoleño se sublevaron por la pérdida de poder de su líder, Bosco Ntaganda, procesado por la Corte Penal Internacional (CPI) por crímenes de guerra, y por supuestos incumplimientos del acuerdo de paz del 23 de marzo de 2009, que da nombre al movimiento.
El grupo exigía renegociar ese acuerdo firmado por la guerrilla congoleña Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) para su integración en el Ejército, a fin de mejorar sus condiciones.
El CNDP, formado principalmente por tutsis (grupo que sufrió en gran medida el genocidio de Ruanda a manos de los hutus en 1994), se constituyó en 2006 para combatir a los hutus de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), refugiadas en las selvas de la RDC tras el genocidio ruandés.
En noviembre de 2012, estos rebeldes ocuparon durante dos semanas Goma, la capital de Kivu del Norte, pero la presión diplomática les forzó a retirarse e iniciar un diálogo con el Gobierno congoleño.
Entonces, la ONU acusó al M23 de contar con apoyo económico-militar de Ruanda.
La semana pasada, el Ejército congoleño acusó a Ruanda de respaldar al M23, algo que ese país rechazó de nuevo.
El este de RDC lleva más de dos décadas sumido en un conflicto avivado por rebeldes y ataques del Ejército, pese a la presencia de la misión de paz de la ONU (MONUSCO), con más de 14.000 efectivos.
