"Desde el 28 de junio hasta el 1 de julio, registramos muertos a causa de las bombas lanzadas por el M23 (...) El viernes, contabilizamos más de 11 civiles que perdieron la vida así como el asesinato de 9 personas enterradas en una fosa común", dijo Manuvo Patrick, coordinador de la ONG local Badilika, a Radio Okapi, emisora promovida por la misión de la ONU en el país (MONUSCO).
Estas muertes se produjeron en el territorio de Rutshuru, en la provincia de Kivu del Norte.
"Las familias se rompen. Los menores buscan a sus padres y los padres buscan a sus hijos", añadió Patrick.
En este sentido, la directora de la MONUSCO, Bintou Keita, advirtió este miércoles ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que más de 170.000 personas se han visto forzosamente desplazadas desde la reactivación de los combates entre el M23 y el Ejército congoleño el pasado mes de marzo.
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Desde entonces, los rebeldes del M23 dirigen una fuerte ofensiva contra las posiciones de las Fuerzas Armadas congoleñas en Kivu del Norte.
El pasado 13 de junio, el grupo rebelde M23 tomó la estratégica ciudad congoleña de Bunagana, un importante centro de comercio y de tránsito de camiones en la frontera de la RDC y Uganda, cuyo control mantienen todavía.
Los combates del M23 también han generado una escalada de tensiones diplomáticas entre Ruanda y la RDC, ya que el Gobierno congoleño acusa al Ejército ruandés de colaborar con los rebeldes, un extremo que Kigali siempre ha negado.
El portavoz de la MONUSCO, Frederic Harvey, destacó que, en la actualidad, no se conoce "ninguna confirmación fáctica" sobre la colaboración de Ruanda con el M23.
El M23 se fundó a principios de 2012 como una escisión del extinto Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP), un grupo de rebeldes en su mayoría de origen ruandés que luchó contra las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR) en suelo congoleño.
El grupo se sublevó por supuestos incumplimientos del acuerdo de paz firmado el 23 de marzo de 2009 por el CNDP para su integración en el Ejército -que les da nombre-, un pacto que querían renegociar para mejorar sus condiciones.
Las FDLR, por su lado, fueron formadas en el año 2000 por algunos cabecillas del genocidio de Ruanda de 1994 y otros ruandeses exiliados en la vecina RDC con el objetivo de recuperar el poder político en su país de origen.
En noviembre de 2012, el M23 avanzó con rapidez hasta ocupar durante dos semanas la ciudad de Goma, capital de Kivu del Norte, pero la presión internacional forzó al grupo a retirarse y empezar unas negociaciones de paz con el Gobierno congoleño.
Entonces, los investigadores de la ONU acusaron al M23 de contar con el apoyo económico-militar de Ruanda e incluso de recibir órdenes directas de altos funcionarios del Ejército ruandés, algo que Kigali negó con rotundidad.
Desde que los rebeldes y el Gobierno congoleño firmaron un acuerdo de paz en 2013, las tensiones entre ambas partes han sido frecuentes, con el M23 lamentando una lenta implementación de algunos de los puntos acordados.
El este de la RDC lleva más de dos décadas sumido en un conflicto alimentado por las milicias rebeldes y los ataques de soldados del Ejército, pese a la presencia de la MONUSCO, con más de 14.000 efectivos.
