Eskom anunció este miércoles la necesidad de volver a implementar apagones rotativos en todo el país -fenómeno conocido en Sudáfrica como "loadshedding" (quitarse carga)- durante al menos dos jornadas, debido a la "falta de capacidad" de la red por averías y retrasos de mantenimiento en sus infraestructuras, según un comunicado.
Esta es la primera oleada de cortes masivos anunciada tras los graves apagones que el país padeció durante buena parte del mes de julio, que además de por deficiente estado de la red se vieron empeorados por los conflictos laborales en el seno de Eskom.
La complicada situación del mes de julio llevó al presidente del país, Cyril Ramaphosa (jefe de Estado desde 2018), a renovar sus promesas de solucionar la grave crisis eléctrica que el país viene sufriendo desde hace una década y que se intensificó considerablemente en los últimos años.
A tal efecto, el 25 de julio anunció un plan que incluirá la compra de electricidad a países vecinos, la eliminación de trabas a los proyectos de generación privados y la incentivación de la producción de energía mediante paneles solares en los hogares, entre otros instrumentos.
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Ramaphosa prometió también de nuevo "arreglar" Eskom (una compañía que tiene más de un siglo de trayectoria y era una de las eléctricas más grandes del mundo), que tiene un pasivo de unos 22.000 millones de euros y de la que depende la mayor parte de la red eléctrica sudafricana.
La corrupción, la deficiente planificación frente al aumento de la demanda energética, las averías por el mal estado de las anticuadas infraestructuras de Eskom y el impacto de la delincuencia (por ejemplo, en forma de robo de equipamiento y cables) son algunos de los factores que explican la crisis eléctrica del país.
La constante incertidumbre eléctrica supone un terrible lastre para la economía más desarrollada de África, además de una gran fuente de malestar social.
