Así lo indican los resultados de una encuesta elaborada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Malí, Burkina Faso, Nigeria, Níger, Chad, Sudán, Camerún y Somalia.
Según este estudio, una de cada cuatro personas que se unieron a esos grupos entre 2017 y 2021, lo hicieron como una manera de obtener ingresos.
Los que buscaban unirse a familiares o amigos representaban el 22 %, mientras que los que aludieron a motivos religiosos fueron un 17 %.
Prácticamente la mitad de las personas que fueron captadas eran empleados vulnerables en el momento de su afiliación.
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En estos casos, los encuestados indicaron que pasaron a formar parte de estos grupos para conseguir estabilidad económica, poder mantener a sus familias y ganarse el respeto de los demás.
La "búsqueda de empleo" fue el factor más mencionado por los hombres (47 %) y el segundo entre las mujeres (14 %).
OTROS FACTORES
Para ellas, la influencia de otros familiares o amigos es lo más determinante a la hora de decidir unirse a estos grupos (59 % de casos), mientras que este fue el factor principal sólo para el 16 % de los hombres.
En cuanto a la religión -categorizada como el primer motor para el reclutamiento en el anterior análisis de PNUD (2017)-, los datos recogidos indican que una parte considerable de los que se unieron a movimientos extremistas tenía una comprensión limitada o nula de los textos religiosos y un bajo nivel educativo.
El porcentaje de hombres que entraron por motivos religiosos fue del 19 % y del 5 % en el caso de las mujeres.
EXPECTATIVAS INCUMPLIDAS PARA UN 77 %
A la hora de abandonar de manera voluntaria las actividades violentas, un 77 % de los encuestados dijeron que las expectativas que habían tenido al unirse a los grupos no se materializaron.
Como posibles soluciones a este problema, que entre 2017 y 2021 provocó 4.155 ataques y 18.417 muertes en África, el organismo de la ONU llamó a los países a aumentar sus esfuerzos para apoyar a las comunidades locales y a las familias a través de educación y de programas que disminuyan los riesgos en los lugares más desfavorecidos.
Además, también instó a los Estados a fomentar las voces de los líderes religiosos más tolerantes, cuya interpretación del islam no sea sesgada ni contribuya a las narrativas violentas.
