"La crisis prolongada, ahora en su tercer año, ha agotado los mecanismos de adaptación de los más vulnerables, con familias experimentando indigencia, desplazamiento, desnutrición infantil e incluso pérdida de vidas", señaló en un comunicado Rein Paulsen, director de la Oficina de la FAO para Emergencias y Resiliencia.
Según los últimos datos publicados a finales de febrero por la Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (IPC) -una herramienta que clasifica la gravedad de las situaciones de seguridad alimentaria-, 96.000 somalís sufren actualmente el peor grado de hambre, cuando la carencia extrema de alimentos mata a al menos dos de cada 10.000 habitantes cada día.
"Los significativos esfuerzos en la ampliación de la asistencia humanitaria multisectorial, respaldados por un rendimiento de lluvias ligeramente más favorable de lo previsto anteriormente, han contribuido a una mejora moderada en la situación de seguridad alimentaria y nutrición", señaló la FAO, si bien alertó que "la situación sigue en niveles críticos".
En este sentido, se prevé que el número de personas que sufren "inseguridad alimentaria aguda" suba hasta 6,5 millones entre abril y junio de este año, lo que representa más de un tercio de la sociedad total del país.
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Algunas de las poblaciones que se enfrentan a un mayor riesgo son el distrito de Burhakaba (sur) y la población desplazada en las ciudades de Baidoa y Mogadiscio, la capital.
"A pesar de los esfuerzos coordinados en curso, la financiación actual no es adecuada para mantener los niveles actuales de asistencia alimentaria más allá de marzo de 2023, por lo que se espera que sólo una media de 2,7 millones de personas" reciban esa ayuda entre abril y junio, según el último informe de la IPC.
Hasta el momento, la FAO ha logrado recaudar 183 millones de dólares (más de 172 millones de euros), un 68 % de los fondos requeridos para prevenir la hambruna entre mayo del año pasado y el próximo junio.
Cinco temporadas de lluvia fallidas hasta el momento y la previsión de una sexta se han sumado en Somalia y otros países del cuerno de África -incluyendo Etiopía, Kenia, Yibuti y algunas partes de Uganda- al encarecimiento general de los alimentos por factores como la invasión rusa de Ucrania y los desplazamientos de las comunidades por el hambre y los ataques de grupos terroristas.
Somalia vive en un estado de guerra y caos desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barre, lo que dejó al país sin Gobierno efectivo y en manos de milicias islamistas, como Al Shabab, y señores de la guerra.
