Los hombres armados también mataron a un conductor congoleño del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, Mustapha Milambo, y a un guardaespaldas italiano del embajador, Vittorio Iacovacci.
"Las víctimas fueron secuestradas y llevadas a la profundidad de un bosque antes de ser ejecutadas", dijo el fiscal militar Bamusamba Kabamba, que acusó a los sospechosos de asesinato, pertenencia a un grupo de delincuentes y pertenencia ilegal de armas de guerra y munición.
Kabamba esgrimió estas acusaciones este miércoles durante una audiencia en el Tribunal Militar de Kinsasa-Gombe, ubicado en la prisión militar de Ndolo.
Por su parte, el abogado de los presuntos atacantes, Joseph Amzati, defendió la inocencia de los acusados en un caso para cuya sentencia aún no se ha anunciado fecha.
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Cinco de los acusados están detenidos, mientras que el sexto aún permanece en busca y captura.
El ataque ocurrió el 22 de febrero cerca de la ciudad de Goma, capital de la provincia de Kivu del Norte (noreste), cuando presuntos rebeldes de las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR), un grupo insurgente de origen ruandés que opera en la zona, interceptaron un convoy de la ONU, según señaló el Gobierno congoleño.
Sin embargo, el grupo rebelde negó estar detrás de la autoría del ataque.
Después del asesinato, se abrieron diferentes investigaciones sobre los hechos, tanto por parte de la ONU, como de la Fiscalía de Roma y las autoridades congoleñas.
Desde 1998, el este de la RDC está sumido en un conflicto alimentado por las milicias rebeldes y los ataques de soldados del Ejército, pese a la presencia de la misión de paz de la ONU (Monusco), con más de 16.000 efectivos desplegados.
La ausencia de alternativas y métodos de subsistencia estables han empujado a miles de congoleños a tomar las armas y, según el Barómetro de Seguridad de Kivu (KST, en sus siglas en inglés), esta región es campo de batalla de al menos 122 grupos rebeldes.
