Túnez está pendiente de la aprobación final de un nuevo préstamo de 1.900 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI), a cambio de un paquetes de reformas de austeridad que el presidente tunecino, Kais Said, todavía no ha suscrito.
El secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, advirtió este miércoles de la urgencia de llegar a este acuerdo con el FMI, mientras la Unión Europea mostró esta semana su preocupación por el creciente deterioro de la situación política y económica en Túnez.
El plan de reformas incluye la retirada de las subvenciones generales a productos de primera necesidad y carburantes, la privatización de algunas empresas públicas y la reducción de la masa salarial de la Administración.
El FMI suspendió "sine die" el examen final del préstamo, previsto a mediados de diciembre, mientras las autoridades tunecinas insistían en que el motivo de la demora era "ultimar los detalles" de unas reforman que pretenden hacer frente a una deuda pública récord, que asciende al 89% del PIB.
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EE.UU. "sigue comprometido" con la asociación con Túnez e "insta a que se restablezcan los controles y equilibrios democráticos", declaró Leaf en medio de la convulsión política que vive el país por la concentración de poderes en manos del presidente tunecino y la campaña de arrestos de opositores.
Asimismo, la responsable estadounidense remarcó la importancia de que los diplomáticos de su país "se comprometan con el pueblo tunecino como un aspecto importante de la relación bilateral".
El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, aseguró este lunes que para la Unión Europea es "imprescindible evitar el colapso económico y social" del país mediterráneo.
