En su mensaje, Francisco brinda una serie de consejos a los parlamentarios europeos y en detalle a los políticos cristianos a quienes dijo que "deben distinguirse por la seriedad con la que aborda los temas, rechazando las soluciones oportunistas y manteniéndose siempre firme en los criterios de la dignidad de la persona y del bien común".
Recordando su último viaje a Hungría, el papa indicó que "una Europa que valore plenamente las diferentes culturas que la componen, su riqueza de tradiciones, de lenguas, de identidades, que son las de sus pueblos y sus historia" pero que "al mismo tiempo es capaz, con sus instituciones y sus iniciativas políticas y culturales, de hacer que este riquísimo mosaico componga figuras coherentes".
"Hacen falta valores elevados y una visión política elevada. No pretendo con esto restar importancia de la gestión ordinaria, de la buena administración. Pero no basta, no basta para sostener una Europa que se enfrenta a los grandes retos desafíos globales del siglo XXI", señaló.
Y por ello subrayó que la apuesta original de los fundadores de la Europa unida " también puede ser la apuesta actual", es decir: "aspirar no sólo a una organización que proteja los intereses de las naciones europeas, sino a una unión en la que todos puedan vivir una vida "a escala humana, fraterna y justa".
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Por ello, afirmó que "los políticos cristianos de hoy deben ser reconocidos por su capacidad de traducir el gran sueño de fraternidad en acciones concretas de buena política a todos los niveles: local, nacional e internacional. Por ejemplo: desafíos como el de las migraciones, o el del cuidado del planeta, sólo pueden ser abordados desde este gran principio rector: la fraternidad humana".
En otro consejo, Francisco pidió ocuparse de los jóvenes y pensar "en una Europa y un mundo a la altura de sus sueños" .
