“Espero que este otoño podremos tomar una decisión con respecto a la acusación, esa es nuestra ambición actualmente”, declaró a la emisora pública Radio de Suecia Ljungqvist.
La Fiscalía sueca había confirmado en noviembre el hallazgo de restos de explosivos en los gasoductos y que se trataba de un acto de “sabotaje grave”.
"La composición de los explosivos tiene unas características que permitirán llegar a ciertas conclusiones", dijo hoy el fiscal, que cree que "con el tiempo, saldrá a la luz" quién fue el autor.
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Ljungqvist resaltó además que la investigación ha “reforzado” su hipótesis de que se trata de un actor estatal y admitió que colabora con la investigación alemana del caso y que se ha reunido con el fiscal alemán y su equipo.
En total se localizaron dos fugas en cada gasoducto (ambos fuera de servicio), dos en la zona danesa y dos en la sueca, todas en aguas internacionales, que los gobiernos afectados calificaron pronto como "sabotaje", además de apuntar a un actor estatal.
Las autoridades danesas y suecas habían informado inicialmente de la existencia de dos fugas en el Nord Stream 1 y otra en el 2, pero la Guardia costera de Suecia comunicó días más tarde la de otro escape menor en el segundo gasoducto ruso.
Las tres principales fugas se dieron por terminadas a principios de octubre, al alcanzarse una presión estable en las tuberías, pero la más pequeña continuó activa algunos días más.
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Ninguno de los dos gasoductos estaba en servicio cuando se produjeron los accidentes.
El primero interrumpió los suministros hace meses, al alegar Moscú problemas técnicos, mientras que el segundo nunca entró en funcionamiento, puesto que el Gobierno alemán lo bloqueó a raíz del reconocimiento por Moscú de las autoproclamadas repúblicas separatistas del Donbás, en febrero de 2022.
Tanto los países afectados como el resto de la Unión Europea (UE), Estados Unidos y Rusia hablan de sabotaje, aunque difieren en cuanto a la posible autoría.
Moscú ha acusado a países “anglosajones” de estar detrás, aludiendo a la oposición al proyecto que durante años ha mantenido Washington, mientras algunos países occidentales han señalado en la dirección contraria.
Una investigación del periodista estadounidense Seymour Hersh apuntó hace meses a la inteligencia de EE. UU., con la colaboración de Noruega y otros países occidentales.
Medios de Estados Unidos y Alemania señalaron posteriormente a un grupo proucraniano como autor del sabotaje.
