"Estoy orgulloso de los seis millones que quemaron, deseo que se quemen otros seis millones", afirmó ayer Zarka, judío de origen mizrají (procedente de Oriente Medio o Norte de África), militante del Likud y activista de la derecha con vínculos con importante políticos, incluido Netanyahu y su familia.
"Ashkenazíes, putas, ardan en el infierno", gritó Zarka anoche aun grupo de manifestantes en la ciudad de Beit Shean, refiriéndose a los judíos originarios de Europa, que fueron los más afectados por el Holocausto y los que mayormente fundaron el Estado de Israel, uniendo la ideología sionista y la socialista.
En Israel todavía se asocia a los ashkenazíes con la izquierda, mientras que los mizrajíes votan mayormente a la derecha y la ultraderecha.
En respuesta a esas afirmaciones, el primer ministro ordenó hoy al director ejecutivo del Likud, Zuri Siso, que expulsara a Zarka de la militancia del partido. "No aceptaremos un comportamiento tan vergonzoso en el movimiento del Likud", indicó hoy la formación líder en Israel, donde el Holocausto es un tema extremadamente sensible para la mayoría de su población.
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"Los izquierdistas son unos traidores, son el cáncer de la patria", afirmó Zarka en un momento de profundas divisiones sociales y agitación por la polémica reforma judicial que impulsa el gobierno de Netanyahu con sus socios ultaderechistas, que han provocado más de seis meses de protestas consecutivas contra el gobierno.
Antes de ordenar su expulsión, el Likud ya "condenó enérgicamente" ayer los comentarios de Zarka y pidió "el fin de la incitación y el discurso violento de todos lados".
Zarka se disculpó anoche en sus redes sociales por sus declaraciones, que dijo que fueron "sacadas de contexto" porque las hizo después de haber sido "atacado por una cien personas con violencia severa".
"Surgieron de la frustración, el resentimiento. No debí haber dicho esa declaración repugnante", lamentó Zarka, que tiene un amplio historial de palabras violentas contra los opositores a Netanyahu.