Una encuesta publicada este martes indica que el 55 % de los polacos ven "una clara amenaza" en la presencia de mercenarios Wagner en un país vecino, y las turbulencias en la frontera nunca habían sido tan desestabilizadoras para Polonia desde que, en 2021, se desencadenó una "guerra híbrida" en forma de crisis migratoria orquestada, según denunció Varsovia, desde Moscú.
Por un lado, el número de intentos de cruce a territorio polaco ha alcanzado en los últimos días niveles similares al preludio del peor momento de la oleada migratoria de hace dos años, con jornadas en las que la Guardia Fronteriza detectó casi 300 casos e interceptó grupos de casi cien personas.
Por otro lado, la llegada de unos 3.000 mercenarios del grupo Wagner a Bielorrusia, su participación en el adiestramiento del Ejército bielorruso y las amenazas del presidente Aleksander Lukashenko de que aquellos "quieren darse un paseo por Varsovia", provocó la alarma en Polonia y el desplazamiento de contingentes militares a puntos cercanos a la frontera.
"Sabemos dónde están: tienen su base en un lugar de Bielorrusia central, donde han levantado un campamento y un centro de entrenamiento", afirmó el viceministro de Interior Marcin Wasik en referencia a los Wagner. "Estos criminales sin escrúpulos han llegado allí con un propósito", añadió.
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Días antes, el movimiento de unos cien mercenarios a un punto cercano al llamado "corredor de Suwalki", donde confluyen las fronteras polaca, lituana y bielorrusa, fue analizado por distintos expertos desde Polonia, con opiniones desde el pánico por una incursión que desencadenase una guerra hasta el deseo de que ello ocurriese para "pasar a la acción".
En una conversación con EFE, Wojciech Michnik, profesor adjunto de Relaciones Internacionales y Estudios de Seguridad en la Universidad Jaguelónica de Cracovia (sur), describió a los mercenarios de Wagner como "mucho menos preparados" que el Ejército polaco y "carentes de disciplina", lo que a su juicio permite descartarles como una amenaza real, al menos a corto plazo.
El Gobierno ultraconservador, sin embargo, insiste en presentar el escenario de una amenaza a la seguridad nacional, ante la que la oposición se porta de manera desleal, criticando sus decisiones, y carga con la responsabilidad de haber desmantelado el Ejército y desguarnecido las fronteras cuando gobernó el país, hasta 2015.
A su vez el líder de la oposición del centroliberal, Donald Tusk, acusa al Ejecutivo de instrumentalizar la crisis e incluso denuncia la posibilidad de que se retrasen las elecciones, programadas para otoño y con perspectivas inciertas para el partido gobernante, con el pretexto de una emergencia nacional.
En un debate televisivo, el portavoz del Gobierno, Piotr Müller, afirmó que era necesario "anticipar distintas opciones para los posibles planes del Grupo Wagner, desde que participen en la reactivación de grupos criminales y falsos movimientos migratorios, hasta la posibilidad de que crucen la frontera con armas".
Su interlocutor, un diputado de la oposición, le tildó de alarmista y le instó a reclamar la presencia de la OTAN en la frontera "si de verdad hay una amenaza real".
El politólogo de Cracovia Jan Belinski, que está a punto de publicar un libro sobre las nuevas formas híbridas en que se libran algunos conflictos modernos, explicó a EFE que "la frontera polaco-bielorrusa tiene 400 kilómetros, los guerrilleros Wagner son unos pocos cientos y los inmigrantes que puedan intentar llegar a Polonia son, a lo sumo, unos pocos miles. Es asombroso el efecto que tan pocas personas y tan poco territorio tienen en todo un país".
"Esto se debe a que todo lo que ha ocurrido, lo que esta pasando y lo que sucederá en la frontera, fue un anticipo, es un termómetro y será un reflejo de lo que ocurre en la 'guerra grande', la de Ucrania", añadió.
