Las defensas antiaéreas ucranianas lograron derribar 34 de estos aparatos no tripulados desarrollados en Irán que Rusia utiliza cada noche para destruir objetivos en Ucrania y agotar la munición defensiva de las fuerzas de Kiev.
Los drones fueron lanzados desde territorio de la península de Crimea, ocupada por Rusia, y desde el distrito de Krasnodar Krai, en la propia Federación Rusa y situado a orillas del mar de Azov.
Una parte de los drones habrían vuelto a alcanzar la región ucraniana de Odesa y, en concreto, el distrito de Izmaíl, donde se encuentran los puertos ucranianos del Danubio.
Estas infraestructuras portuarias, claves en la exportación de grano ucraniano ante el bloqueo ruso del mar Negro, han sido un objetivo prioritario de los ataques rusos con drones este verano.
Poco después de la medianoche, la administración militar de la región de Odesa pedía a los residentes en Izmaíl que corrieran a los refugios antiaéreos y que no grabaran y difundieran las interceptaciones de los drones enemigos a manos de las defensas ucranianas, para no ofrecer información al enemigo sobre el resultado de su ataque.