"Los Juegos Olímpicos, por naturaleza, traen paz y no guerra", asegura el pontífice, en su mensaje en motivo de este evento deportivo difundido este viernes por la Santa Sede que envió al arzobispo metropolitano de París, monseñor Laurent Ulrich, al que dio su bendición y deseó "la feliz marcha" de los Juegos.
A su vez, Francisco anhela que en esta ocasión los Juegos sean "para todos aquellos que vienen de todos los países del mundo una oportunidad que no deben perder para descubrirse y valorarse a sí mismos, para romper prejuicios, para crear estima donde hay el desprecio y desconfianza, donde hay odio".
"Es con este espíritu que la Antigüedad estableció sabiamente una tregua durante los Juegos", y ante el actual "período turbulento en el que la paz está amenazada", el papa espera "fervientemente que todos estén dispuestos a respetar esta tregua con la esperanza de una resolución de los conflictos y un retorno a la armonía".
"Que Dios ilumine las conciencias de quienes detentan el poder sobre las graves responsabilidades que les incumben, que conceda éxito a los pacificadores en sus esfuerzos y que los bendiga", asevera Francisco.
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