Scholz, ante un último curso político marcado por la división gubernamental

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Salvador Martínez MasBerlín, 19 ago (EFE).- El canciller alemán Olaf Scholz volvía al trabajo este lunes tras su última gran pausa antes de las próximas elecciones generales, que se celebrarán dentro de poco más de un año y después de semanas en las que los integrantes de su coalición de socialdemócratas, ecologistas y liberales no han cesado de exhibir sus diferencias.

Este curso político podría ser el último de Scholz como canciller a no ser que logre dar la vuelta a las encuestas, que muestran sólidamente a los partidos de la oposición, la Unión Cristianodemócrata (CDU) y la ultraderechista Alternativa para Alemania (AFD), muy por delante de los partidos del Ejecutivo: el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), Los Verdes y liberales del FDP.

Al SPD, la formación del canciller, los últimos sondeos le atribuyen un 16 % de los votos si hubiera este domingo elecciones generales en Alemania, un porcentaje mejor que el 11 % atribuido a Los Verdes y que el 5 % que se concede a los liberales, pero muy por debajo del 30 % de la CDU, del 19% de AfD y lejos del 25,7 % con el que los socialdemócratas ganaron las últimas generales.

Mucho peores para el SPD son los pronósticos de los institutos demoscópicos de cara a las elecciones regionales que el 1 de septiembre se celebran los estados federados de Sajonia y Turingia.

En Sajonia y Turingia, los sondeos ven a los tres partidos en el poder luchando por superar el límite del 5 % de los votos necesarios para lograr representación parlamentaria.

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A mejorar las perspectivas electorales de Scholz y compañía no contribuyen las escenas de división que ofrecen con regularidad casi diaria los responsables de los partidos del Ejecutivo.

Por ejemplo, pese a que en julio Scholz y sus socios presentaron un acuerdo para los presupuestos de 2025, las partes aún continúan sus debates y tiranteces por unos flecos estimados por el propio Gobierno en 12.000 millones de euros.

Sin confianza entre SPD, Los Verdes y el FDP

En el contexto de este eternizado debate presupuestario entre SPD, Los Verdes y FDP, el copresidente de Los Verdes Omid Nouripour se refirió en una reciente entrevista al Ejecutivo como un "Gobierno de transición" en el que "es evidente que la confianza ha llegado a sus límites".

Días antes, Saskia Esken, copresidenta del SPD, definió a la coalición del Ejecutivo como un "gobierno fuerte", aunque a esas declaraciones precedió que el ministro de Justicia, el liberal Marco Buschmann, desautorizara las intenciones de la titular de Interior, la también socialdemócrata Nancy Faeser, en su idea de reformar los poderes de la Oficina Federal de Policía Criminal (BKA).

Faeser quiere que los agentes de la BKA puedan irrumpir en los domicilios para registrarlos en secreto o instalar programas espía en ordenadores y teléfonos inteligentes, algo a lo que Buschmann reaccionó al decir que "eso no se hace en un Estado de derecho que se rige por una Constitución".

Una coalición intranquila

Las diferencias en el Ejecutivo alcanzan incluso a la política de apoyo a Ucrania.

Aunque el Gobierno dice continuar con su apoyo decidido, en 2025 la ayuda se reducirá a 4.000 millones -cerca de la mitad de lo enviado en 2024- y han trascendido en la prensa documentos internos que dan cuenta de que el Ministerio de Defensa, en manos socialdemócratas, no puede apoyar a Kiev como quisiera.

Esto se debe a las limitaciones que impone el más restrictivo presupuesto para el año que viene del que es responsable el Ministerio de Hacienda, en manos del político liberal Christian Lindner.

En vista de este conflicto, el influyente diario 'Süddeutsche Zeitung' señalaba en su edición de este lunes que "en la coalición reina la intranquilidad".

Está por ver si la vuelta al trabajo de Scholz logra apaciguar el ambiente entre los miembros del Ejecutivo, algo clave si el canciller quiere que su SPD remonte y si él desea repetir otros cuatro años en la Cancillería Federal.