En un comunicado, la responsable recordó que el pasado 24 de marzo un bombardeo mató e hirió a "decenas de civiles" al impactar contra el mercado de Torra, a unos 40 kilómetros al norte de la localidad de Al Fasher, el último bastión del Ejército en la vasta región occidental de Darfur.
En esta zona, asediada desde hace casi un año por las FAR, hay una acuciante carestía de productos y servicio básicos, por lo que Nkweta-Salami denunció que hay civiles que están muriendo "debido a la falta de acceso a atención médica" en Al Fasher, donde casi todos los centros de salud han cerrado.
"Este horrible acto es otro duro recordatorio del creciente desprecio por la vida humana y el derecho internacional humanitario en este conflicto", dijo la responsable.
Además, recordó que un reciente ataque en la localidad de Al Malha, en Darfur Norte -que provocó el desplazamiento de 15.000 familias, según la ONU- causó "un gran número de muertos civiles y desplazamientos masivos".
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"Condeno rotundamente todos los ataques deliberados e indiscriminados contra la población civil. Mercados, hospitales, escuelas, mezquitas y viviendas particulares no son campos de batalla. Sin embargo, se está asesinando a civiles precisamente en los lugares donde deberían estar más seguros", denunció.
La guerra en Sudán comenzó el 15 de abril de 2023 tras el fracaso de las negociaciones entre las FAR y el Ejército para incluir a los paramilitares en la institución castrense.
Desde entonces, se ha saldado con decenas de miles de muertos y ha obligado a más de 12 millones de personas a abandonar sus hogares, lo que ha convertido al país en el escenario de la peor crisis de desplazados internos del planeta.
