Uno de ellos, ubicado en la ciudad nororiental de Tianjin, es un edificio de uso mixto diseñado para convertirse en el más alto del norte del país y cuya reactivación está prevista para el 30 de abril, informó el Ministerio de Vivienda, citado por el medio.
La estructura principal, de 117 pisos y cerca de 597 metros de altura, fue levantada en 2015, pero los trabajos quedaron interrumpidos debido a problemas financieros de la promotora original.
La empresa promotora, Goldin Properties Holdings, con sede en Hong Kong, había iniciado el proyecto en 2008 con una inversión cercana a los 10.000 millones de dólares.
Sin embargo, la obra del bautizado Tianjin 117 se mantuvo paralizada durante casi una década a raíz de las dificultades financieras de la empresa, hasta que este año se concretó el traspaso a una nueva entidad con capacidad financiera para hacerse cargo de su construcción.
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El reinicio ha sido posible gracias a mecanismos de reestructuración como canjes de deuda por acciones y reorganización de activos, procesos en los que han participado promotoras como Cinda Real Estate y empresas estatales, que constituyeron fondos de rescate para las obras.
Por su parte, en la ciudad central de Chengdu, la promotora Greenland Group ha reanudado las obras del rascacielos Greenland Shufeng 468, otro proyecto de uso mixto cuya obra lleva paralizada alrededor de seis años.
La torre, de 468 metros de altura, se convertirá, una vez concluida, en el edificio más alto de la provincia de Sichuan. Su finalización está prevista para el primer semestre de 2027.
Expertos del sector citados por Yicai señalan que la ubicación de este tipo de construcciones, generalmente en zonas centrales de grandes urbes, y sus elevados costes hacen que sean especialmente vulnerables ante interrupciones por dificultades financieras.
En muchos casos, una vez que se interrumpe el flujo de capital, resulta complejo retomar los trabajos debido a las deudas acumuladas y a la envergadura técnica de las obras.
La reanudación de estos proyectos se enmarca en un contexto de políticas destinadas a incentivar la activación de activos inmobiliarios en pausa, con el objetivo de mitigar riesgos en el sector, sumido desde hace años en una grave crisis que ha lastrado la recuperación de la economía china tras la pandemia.
No obstante, algunos analistas advierten sobre los posibles retos futuros, como la dificultad para alquilar estos espacios en mercados donde las tasas de vacancia de oficinas son elevadas.
En 2021, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, el principal órgano de planificación económica de China, informó de que dejaría de aprobar la construcción de edificios que superen los 500 metros de altura, mientras que los de 250 metros serían limitados "estrictamente".
En los años previos, se habían alzado numerosos rascacielos en las ciudades chinas. En el momento de la prohibición, el gigante asiático acogía 44 de los 100 edificios más altos del mundo.
Cabe destacar que los rascacielos de Tianjin y Chengdu que verán sus obras reanudadas forman parte de proyectos aprobados antes de 2021.
