La tregua alcanzada el miércoles puso fin a dos días de peligrosa escalada en los enfrentamientos entre milicias rivales que pusieron de manifiesto la fragilidad del Gobierno de Unión Nacional, que presuntamente tiene autoridad y control sobre el oeste del país, mientras que la región de Bengazi (este) tiene un gobierno paralelo.
En el comunicado emitido este jueves, Guterres recordó que todas las partes implicadas en Libia tienen la obligación de proteger a los civiles -ocho de ellos murieron en los choques de los pasados días-, y les conminó a "emprender un diálogo serio y de buena fe para tratar sobre las causas profundas del conflicto".
Con este objetivo en mente, reiteró que la ONU está lista para proveer sus buenos oficios y facilitar así un acuerdo "que aporte paz y estabilidad a Libia".
Desde la caída del dictador Muamar el Gadafi en 2011, Libia está sumida en el caos y en una guerra civil de intensidad cambiante entre los gobiernos de Trípoli y Bengazi. El país se ha convertido en un lugar de paso para la inmigración irregular, y el caos reinante ha propiciado la llegada a su territorio de una gran cantidad de armas sin el menor control, al tiempo que varias potencias regionales (Egipto, Emiratos o Turquía) tratan de medrar en ese escenario.
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