En virtud del acuerdo, Hino Motors, subsidiaria del grupo Toyota, y Mitsubishi Fuso Truck and Bus, unidad de Daimler, operarán bajo un nuevo 'holding' que quedará constituido la próxima primavera, que cotizara en la sección principal de la Bolsa de Tokio y en el que cada una de las matrices tendrá una participación del 25 %, de acuerdo a un comunicado publicado por la empresa japonesa.
El objetivo de la fusión es impulsar la competitividad de ambas compañías en el sector de los camiones y responder mejor a los desafíos que plantean la transición energética y la innovación tecnológica, explica el texto.
La nueva empresa, cuyo nombre aún está por decidir, estará dirigida por el actual consejero delegado (CEO) de Mitsubishi Fuso Truckl, el alemán Karl Deppen, y tendrá su sede en Tokio.
"Estamos transformando la industria al aunar nuestras fortalezas. Con una nueva y sólida compañía, combinamos nuestras dos marcas de confianza, nuestros recursos, competencias y experiencia para brindar un mejor apoyo a nuestros clientes en sus futuras necesidades de transporte", dijo Deppen en el comunicado, y añadió que agradece la confianza depositada en él para liderar el proyecto.
El CEO de Hino, Satoshi Ogiso, aseguró que esta colaboración es "una oportunidad única en la vida" y que, además de las sinergias comerciales, la nueva empresa servirá para fusionar diferentes culturas y entornos con unos resultados "inconmensurables".
El presidente de Toyota, Koji Sato, añadió, por su parte: "El acuerdo final de hoy no es la meta, sino el punto de partida".
En términos de derecho de voto, Daimler tendrá un 26,7 %, mientras que Toyota ostentará un 19,9 %, detallaron.
El plan original de fusión entre estas filiales se remonta a mayo de 2023, pero se estancó cuando Hino Motors se vio en el centro de un escándalo de falsificación de datos de emisiones.
Hino registró unas pérdidas netas de 217.700 millones de yenes (unos 1.320 millones de euros) en su último ejercicio fiscal, que cerró el pasado 31 de marzo, debido a los costes de conciliación relacionados con el caso, que también impactó con suspensiones a la producción y las comercializaciones de vehículos del grupo Toyota.
El escándalo salió a la luz en 2022, cuando la empresa admitió que haber presentado datos falsificados sobre emisiones y consumo de combustible a las autoridades de transporte de diversos países.
La empresa ha acordado resolver demandas colectivas vinculadas al caso en Australia, Estados Unidos y Canadá.