A inicios del mes de julio, el cierre del curso universitario en España suele traer consigo la extinción de los contratos de temporada que rigen los alquileres de los estudiantes, lo que lleva a que multitud de personas se concentren ante las puertas de las inmobiliarias que asignan el acceso a la bolsa de apartamentos en alquiler en función del orden de llegada al establecimiento.
Aunque el número de estudiantes de grado en la ciudad se ha reducido en los últimos años, el crecimiento poblacional, la proliferación de pisos turísticos y la falta de oferta en un parque de vivienda necesitado de reformas hacen que acceder a un hogar en condiciones y asequible sea una odisea para muchos de ellos.
Según los datos del Observatorio da Vivenda de Galicia (región española donde se ubica Santiago de Compostela), el coste medio de los alquileres en la ciudad ronda hoy los 700 euros cuando en 2016 no alcanzaba los 400.
Además, la regulación de viviendas de uso turístico (VUT) promovida por el gobierno local no ha logrado paliar esta subida de precios, ya que, aunque las inmobiliarias constatan un regreso de inmuebles al mercado del alquiler convencional, lo hacen a precios superiores a la media.
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Al alza de los precios se suma la escasez de oferta ya que, según explica a EFE el vicesecretario de la Asociación Galega de Inmobiliarias (Agalin), Vicente Martínez, "muchas de las viviendas ya no llegan a salir al mercado", porque los propios jóvenes se comunican entre sí para repartirse las habitaciones vacías o los pisos que abandonan.
Los pisos más asequibles muchas veces presentan defectos notables y, aun así, permanecen escasas horas en el mercado por la eleva demanda.
Algunos de los estudiantes en búsqueda de casa relatan "auténticas barbaridades", como baños sin puertas o retretes donde es imposible sentarse por la falta de espacio.
Todo ello a unos "precios altísimos para lo que se ofrece", lo que provoca que aquellos que encuentran viviendas en buenas condiciones no las liberen. "Todo lo que sale a mercado lo hace en malas condiciones", lamentan algunos de los que hacen cola frente a las inmobiliarias.
