Los parques de Járkov ofrecen alivio y encarnan un desafío ante los ataques rusos

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Rostyslav AverchukJárkov (Ucrania), 20 jul (EFE).- En Járkov, a solo 25 km de la línea del frente en el este de Ucrania, los residentes encuentran consuelo y expresan su desafío a la guerra al disfrutar de los parques de la ciudad, donde las flores y los céspedes cuidados contrastan con las ruinas dejadas por los ataques rusos.

En el parque Taras Shevchenko, las fuentes brillan, el césped está impecablemente podado y las hileras de flores están a solo cientos de metros de los edificios administrativos y universitarios destrozados.

"Es como el lápiz labial rojo que usaban las mujeres durante la Segunda Guerra Mundial, un símbolo de desafío y esperanza", dice a EFE Yana Volkovska, una contable de 36 años.

"En medio de todas las dificultades, nuestros parques me dan fuerza y estoy muy orgullosa de mi ciudad. No puede haber solo guerra en nuestras vidas, sino, todos nos volveríamos locos", explica.

"Además, solo puedo imaginar lo locos que esto vuelve a los malditos rusos", añade.

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Un refugio en medio de la guerra

Tras los ataques habituales de drones y aviación, decenas de limpiadores aparecen cerca de los edificios dañados para retirar rápidamente los escombros. Luego continúan atendiendo los parques para asegurar que los lugareños puedan encontrar allí alivio después de frecuentes noches de insomnio.

Los ataques diarios rusos buscan desmoralizar a los residentes de Járkov y pueden ser agotadores, dice a EFE Katerina Gromik, una emprendedora de 38 años y madre de tres hijos.

"Después de un largo día, vuelves a casa solo para escuchar el sonido de los drones 'Shahed' volando y explotando sobre tu cabeza. En lugar de irte a la cama, te metes en un sótano donde te quedas durante horas por la noche, rezando para sobrevivir esta vez, una y otra vez", relata su experiencia.

Le duele ver cómo sufren la ciudad y su gente.

"No se trata solo de edificios destruidos, también se trata de negocios que dejan de funcionar, lo que empobrece a la gente", explica.

Sin embargo, cada día Gromik y otros residentes se despiertan para seguir con sus vidas lo mejor que pueden.

“Nunca hemos amado tanto a nuestro país, a nuestra ciudad, como durante la guerra. ¡Tanta gente camina por el centro de la ciudad, por nuestros hermosos parques!”, exclama.

Ella atribuye a las autoridades de la ciudad el mantenimiento de estos espacios verdes, que ofrecen distracción y orgullo.

Preocupaciones

Si bien muchos residentes encuentran consuelo en los parques, algunos ocasionalmente cuestionan las prioridades de la ciudad en tiempos de guerra.

Járkov se ve limpia, quizás “demasiado limpia” para tiempos como estos, sugirió Vsevolod Kozhemiako, un empresario local, en una entrevista esta semana, después de acusar a las autoridades de la ciudad de brindar un apoyo insuficiente a la brigada Jartia, una unidad militar que él fundó.

Se necesita una inmensa cantidad de dinero para asegurar armas vitales como drones que mantienen a las fuerzas rusas alejadas de la ciudad, explica Kozhemiako, lo que implica que una parte mayor del presupuesto de la ciudad podría destinarse a apoyar la defensa.

Olena Sosna, voluntaria civil que entrega equipo a soldados y ayuda humanitaria a ucranianos desplazados, comparte inquietudes similares mientras camina por Sarzhin Yar, un parque con un manantial natural donde la gente recoge agua, nada, hace ejercicio o juega al tenis de mesa.

"Algunos actúan como si la guerra hubiera terminado, quizás debido a una inevitable fatiga psicológica y adaptación", declara a EFE.

La naturaleza cura

Sin embargo, muchos soldados también pasean por allí, relajados durante sus permisos, a menudo con sus familias.

"Me sorprende cómo Járkov todavía se ve tan bien o mejor que muchas ciudades europeas, contra todo pronóstico", argumenta Bogdan Ptashnik, de la 127.ª brigada de defensa territorial.

Volkovska señala que la mayoría de los elementos de los parques son anteriores a la guerra, y las nuevas ampliaciones suelen ser financiadas por empresas locales, no por el presupuesto municipal. "Detener su mantenimiento no ganará la guerra ni salvará a los negocios en crisis", argumenta.

Para Sosna, la naturaleza también ofrece un respiro vital. “Estos parques, así como la buena gente que conozco, me ayudan a mantenerme a flote”, admite, mientras reúne fuerzas en el parque antes de otra noche de sirenas antiaéreas y drones rusos.