"La película nace un poco de esos viajes que hacía con mi familia con bicicleta, perdidos entre ríos de Europa. Y nació de la observación de los detalles. No es una película autobiográfica porque hay un momento en la escritura en el que empezó a entrar la ficción. Empecé a conocer más los personajes y después ya cuando entran los actores aún se transforma más", explica Claret en una entrevista con Efe antes del estreno del filme.
Pero reconoce que también es un homenaje a la educación sentimental que ha recibido, similar a la que muestra el filme, llena de artes y de libertad.
Una educación sentimental que es precisamente lo que en su opinión le aleja más del filme 'Call me by yor name', de Luca Guadagnino, cuyo eco resuena en el trabajo del español, algo que reconoce Claret, aunque también apunta a otras influencias, por ejemplo de Eric Rohmer.
Rodada en 16 mm, la película cuenta el viaje de una familia y el despertar sentimental del hijo mayor, Dídac, al que interpreta Jan Moner en su primer trabajo en el cine, aunque formado desde pequeño como actor de teatro.
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Junto a él, intérpretes con una amplia experiencia como Nausicaa Bonin o Jordi Oriol -sus padres en el filme- , o los jóvenes Bernat Solé y Roc Colell, en los papeles de sus hermanos.
Todos ellos han disfrutado de una gran libertad en el rodaje y han podido aportar sus ideas o de improvisar escenas que acabaron en el montaje final de la películas.
"Yo creo que al final el guion se transforma" a través de las aportaciones de los actores, como también cambian los personajes, tanto en el rodaje como en el trabajo preparatorio previo, explica Claret.
Claret, que pertenece a la primera generación de la Elías Querejeta Zine Eskola, ha realizado cortometrajes como 'Ella i jo' (2020), 'Die Donau' (2022) antes de saltar al largometraje con 'Estrany riu', que comenzó como un trabajo de posgrado y que ha participado en diversas residencias y laboratorios de desarrollo.
Pese a ser un debut, Claret asegura que no fue muy difícil poner en pie la película, ni siquiera por el hecho de que su cine esté a caballo entre el cine experimental y el comercial.
"Yo creo que hay que encontrar un equilibrio para que el espectro no se sienta perdido, pero a la vez tampoco tratarle como si fuera tonto", explica.
Lo más difícil en realidad fue encontrar al actor que hiciera del protagonista, Dídac, papel para el que vieron a más de 850 jóvenes.
"Durante tres o cuatro meses vimos 850 chicos y yo creo que Jan fue el 600. Me acuerdo que cuando entró en la sala y se sentó en la silla, vi que era claramente él. Tenía una energía y un misterio que era vital", recuerda Claret, que sin embargo tuvo que continuar con las audiciones porque ya estaban comprometidas.
Una historia poética, con menos diálogo de lo habitual y que juega con la atemporalidad para permitir que la película siga vigente en 30 años.
No aparecen móviles en el filme, pero las conversaciones con los padres son muy contemporáneas, es una atemporalidad "que la hace más ambigua y poética", considera el cineasta, que también juega con los sueños, con la imaginación de los personajes.
"Hay una cosa que es muy importante para mí en esta película, que es intentar pensar lo que imagina un chico de 16 años que de repente está descubriendo todo el mundo, es un momento vital muy fuerte" y para contar ese momento utilizó un realismo poético que se hace real.
Una película que ya ha sido seleccionada para diferentes festivales solo por el hecho de haber sido anunciada para Venecia. Y tras su paso por la Mostra, llegará a los cines españoles el 3 de octubre.
Y mientras llega el estreno, Claret y el equipo disfrutan de la locura de Venecia, de estrenar en la Sala Dársena, la más grande del festival, con capacidad para más de 1.500 espectadores, y siguen viviendo como en un sueño.
