"Si hubiera aceptado (las condiciones de EE. UU.), ¡me habrían destituido!", dijo Lee en una entrevista con la revista estadounidense Time publicada este jueves, "así que le pedí al equipo negociador estadounidense una alternativa razonable".
La Administración estadounidense dijo el pasado julio que rebajaría al 15 % aranceles a las importaciones surcoreanas frente al 25 % anunciado previamente, mientras que Corea del Sur se comprometería entre otras cosas a invertir unos 350.000 millones de dólares en EE. UU. y realizar compras energéticas por valor de 100.000 millones.
Sin embargo, las negociaciones arancelarias entre Seúl y Washington se encuentran actualmente estancadas, ya que Lee y su homólogo estadounidense, Donald Trump, no firmaron ningún acuerdo definitivo durante su cumbre del 25 de agosto en la Casa Blanca.
Asimismo, el jefe negociador comercial de Seúl, Yeo Han-koo, viajó a Washington a principios de esta semana para reunirse con su homólogo estadounidense, Jamieson Greer, pero no se ha anunciado ningún avance significativo.
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Los desacuerdos se centran en quién debería asumir las posibles pérdidas del fondo de inversión que Corea del Sur destinaría a EE. UU. y asuntos sobre el tipo de cambio.
Las declaraciones de Lee se suman al cambio de tono por parte de los funcionarios surcoreanos al abordar las negociaciones comerciales, pasando de una postura más optimista a enfatizar su deber de proteger el interés nacional.
Las tensiones se han visto agravadas por la redada migratoria del 4 de septiembre en el sitio de construcción de una planta de baterías de Hyundai Motor y LG Energy Solution en Georgia (EE.UU.), que fueron detenidos más de 300 trabajadores surcoreanos, ya deportados.
Lee advirtió la semana pasada que el operativo migratorio "generará dudas” a las empresas del país a la hora de invertir en EE. UU., mientras Seúl investiga posibles violaciones de derechos humanos a los detenidos.
